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miércoles, 12 de marzo de 2014

Soy yo

En la tertulia que hemos tenido ya en Dueñas a propósito del libro de marzo: "Vacas, cerdos, guerras y brujas", de Marvin Harris, hemos hablado con interés sobre las brujas, su existencia, y la inquisición. Isabel, cuentista como siempre, nos envía el cuento que escuchamos de su boca allí para que también lo pueda disfrutar la gente que sigue el blog .



SOY YO
Paquito era el rey de la casa. Tenía un cuarto lleno de juguetes, una cama preciosa, su armario, su papá y su mamá. Le llevaban de paseo, le bañaban le hacían mimos, le contaban cuentos. Eso; era el rey de la casa.

Una mañana en vez de despertarle su mamá le dijo su padre:

-Mamá no está y yo voy a bañarte y darte el desayuno. No te enfades porque tu madre y yo te estamos preparando un regalo.

 -¿Una bici?

 -Mejor.

 Con la ilusión del regalo Paquito no protestó aunque el agua quemaba y el jabón le entró por los ojos, cosa que nunca pasaba con su madre.  Al día siguiente igual. Y al día siguiente igual.

-¿Y mamá?

-Hoy viene con el regalo.

 Y vino. Era un niño pequeñísimo que olía a caca y que ni abrió los ojos para saludarle.

-Me había gustado más la bici.

Y entonces se acabó todo. El rey y la casa.

Su mamá siempre estaba atareada con el hermano, su cuarto se llenó de cacharros para el nuevo, nadie tenía tiempo para mimos ni para cuentos.

   Menos mal que aquella mañana su madre le dijo que saldrían de paseo. Fueron a la compra con el cochecito; el bebé, su mamá y él.

Pero había mucha gente y Paco se soltó de la mano de su madre que iba mirando al bebé porque lloraba asustado.

De pronto se vio solo. Con mucha gente alrededor pero solo. Miraba las manos de todos pero ninguna era la de su mamá. No lloró porque era grande para llorar,  sólo abrió muchísimo los ojos y esperó. Su mamá vendría corriendo a por él. Pero no venía.

A lo mejor es que no le encontraba. O el bebé seguía llorando, o le había llegado la hora de la teta.

O... O se había olvidado de él; si, de su Paquito.. y ya no le quería.

Entonces sí lloró, bajito, con hipos.

-¿Quién demonios eres tú y qué haces aquí?

-Soy  Paco. Y me he perdido, señora Bruja.

-Ah... ¿me reconoces? ¿Y por qué sabes que soy una bruja?

-Porque la he visto en los cuentos.

-¿Pero tú lees cuentos, pispajo?

-Me los lee mi papáaa– gimoteó...

-¿Y dónde está tu papáaa-le imitó la bruja.

-No sé—dijo Paco con resolución– pero no me importa porque mi mamá me ha dejado en la calle  porque tienen un bebé pequeño y están todo el día con él y a mi  ya no me quieren.

   -A lo mejor es que te has perdido y no te encuentran. Si quieres busco tu casa y te llevo.

   -No quiero ir a mi casa más nunca jamás. ¿Usted podría llevarme a la suya?

   -Imposible.  Yo soy una bruja que hace muchas magias pero no puedo hacer que un niño viva en mi casa, porque está llena de bichos asquerosos, de telas de araña, humo de filtros y venenos, pucheros hirvientes, manzanas emponzoñadas... Sería un riesgo enorme, Paco; hijo. Pídeme otra cosa, pero llevarte a casa...

-¿Eres muy maga?

-Muchísmo.

-¿Y sabrías convertirme en otra cosa?

-Naturalmente; esa es mi especialidad. ¿Qué quieres ser? ¿Una salamandra? ¿Un gigante? ¿Una garrapata?

-Yo querría que usted me convirtiera... en bebé, para que mis padres me volvieran a querer como a mi hermano.

-Pero eso es sencillísimo. A ver; túmbate en el suelo para que no te caigas. Mírame y no pestañees. Y haciendo muchos aspavientos  dijo con voz atronadora: 
Sal de tu sueño/hojas de beleño,

ya no eres grande/serás pequeño

cuando yo lo mande/Alas de Gorrión/hazte  un llorón.

 Y Paquito quedó convertido en un bebito igual, igual que su hermano, la bruja le arropó con su negra toquilla y le llevó a casa de sus padres que estaban llorando desconsolados.

-Miren, que aquí  les traigo a su hijo.

La madre miró el envuelto de la toquilla y lloró más fuerte:

-Ay, no señora. Qué pena. Este no es nuestro hijo, será que le ha perdido otra familia,

-No, no,-dijo la bruja- es el Paquito de ustedes.

El padre también miró.

-Lo siento, buena mujer. Este niño no es el nuestro. Este es muy feo y muy pequeñajo, para una cosa así ya tenemos a su hermanito; todo el día con la teta, las cacas y los chupetes. Nuestro Paco es un niño mayor, todo un hombre; ya comía solo, andaba conmigo en bicicleta, escuchaba cuentos y...  No pudo seguir hablando porque se echó a llorar

-Así es, señora- siguió la madre- Paquito tiene muchos rizos y no es  pelón, ya no se hace pis, me ayuda a pasear al pequeño y si viera lo bien que juega al fútbol...

-Chisst, chist- dijo Paco, muy bajito-

La bruja acercó el oído al niño y escuchó:

-Señora Bruja, hazme grande como era; mira como lloran mis papás, mira cómo me quieren, y a mí más que a mi hermano... anda, corre, hazme grande.

-¿Estás seguro? Antes decías que querías ser pequeño...

-Ya no, Hazme grande, grande, grande, grande.

 -Como quieras, Paquito.

Y de nuevo dio vueltas como un molino y dijo con voz atronadora: Pacooo…Pacandre…hazte ya grande.

 -Qué es esto?- dijeron los padres al ver cómo Paquito aparecía ante ellos con sus más de tres añazos en el colo de la bruja.

-Nada, señores. Tomen  a su niño, que ya no quiere ser bebé.

Y desapareció contentísima.

Tan contentos como abrazaban los papás a Paco.Aunque mucho más contento estaba él a los hombros de su padre mientras bailaba con su mamá. Porque ya estaba seguro de que le querían exactamente como era.

Colorín colorado.
Este cuento es deseado.

Este cuento tan verdad me lo contó el maravilloso contador  Peperéz, con su gracejo sevillano y su buen hacer. Gracias. Isabel Torres.

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