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jueves, 19 de junio de 2014

Nuestro camino lector

El día 14 de junio, durante nuestro encuentro con el escritor Jesús Sánchez Adalid, realizamos una pequeña dinámica. Este es el resultado:



Nuestro proceso como personas lectoras comienza ya desde la infancia, desde el colegio donde ese profesor o profesora nos hizo descubrir los libros como algo más que un rollo de páginas y páginas llenas de palabras sin sentido. como algo que suponía una experiencia con la que soñar. 

También la familia ha influido en este camino lector: nuestros padres y madres al regalarnos libros desde los primeros años; nuestras amistades, que nos han ido introduciendo ese gustillo por conocer otros mundos, por disfrutar de esa actividad que a ellas les envolvía; y más adelante, también nuestra pareja, porque compartir la vida es maravilloso, y compartir las lecturas, también.

Los gustos son muy importantes en esto del leer (como en todas las cosas claro), y por tanto, nuestras referencias, esos libros que nos han impactado, esos autores y autoras, son bien variopintos. 

Algunas personas se acuerdan de los clásicos, de molinos y gigantes o de pícaros cercanos al rio Tormes; otras se maravillan con un realismo mágico en el que Pedro Páramo se pierde en ciudades fantasmales: o se sumergen en letras vallisoletanas y disfrutan de sus herejes, caminos, hojas rojas y horas con Mario. Por supuesto, hay quienes sufren con mujeres rompedoras como Madame Bobary,  quienes se quedan con los nobeles, como es el caso de Vargas Llosa y sus ciudades llenas de perros; o quienes se dejan acompañar de ese grande de sonrisa etrusca y amante de viejas sirenas, que se despidió hace unos meses.

No podían faltar aquellas locas personas que aman la poesía y se emocionan al imaginar los bellos campos de Castilla, las imágenes de Rosalía de Castro, o el sentimiento de ese burro llamado Platero.

Asterix, Tintín, Azucena... tenían que aparecer por algún sitio ¡no quedaba otra! ya sea por lo que hemos disfrutado con ellos en primera persona, o porque esos habitantes pequeñitos que teníamos en casa, nos los hicieron descubrir. La historia interminable, Momo, Celia... nos hacen volver aún hoy a una adolescencia llena de vacilaciones, a una nada que nunca vence, y a unos hombres de gris que a pesar de todo, jamás nos quitarán las ganas de soñar. 

Pero esperad... también nos gustan los libros recientes, que no solo de los clásiscos se alimentan los y las lectoras, y seguimos soñando e inquietándonos son Suskind y sus perfumnes, con asesinos nórdicos, con niños que no queremos que lleven jamás pijama... y cómo no, con novelas históricas de, por ejemplo, Sánchez Adlid, porque si no... ¿aquí que estamos haciendo?

Los libros por cierto, nos hicieron llegar al cine, o viceversa, nunca se sabe. Y también disfrutamos en pantalla grande de películas con las que jamás, jamás volveremos a pasar hambre, lo juro.

Porque leer es un proceso, es un camino que descubrimos, que abandonamos, que retomamos, que reinventamos,  recuperamos y cualquier re que haga falta, en nuestro proceso como seres humanos, como personas lectoras a lo largo de las distintas etapas de la vida: la infancia, la juventud, la maternidad en algunos casos, la madurez...  Hay libros que nos han redescubierto nuestro yo de hace tantos años, otros que nos identifican como madres y padres, como amantes, como luchadores... incluso, como profesionales, que para eso hay aquí tantos y tantas bibliotecarias. Libros que nos identifican como personas, y que siempre, siempre nos hacen sentir...
... curiosidad,
nos hacen descubir
viajar (y barato)
compartir
disfrutar
aprender
abrirla mente...
... vivir. Porque eso es la lectura, vivir.

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