El pasado mes de diciembre en el club de lectura, tanto del grupo formado para los miércoles como para el de los jueves, hemos comentado el Gran Gatsby, la novela más conocida de Scott Fitzgerald.
En ambos clubes la opinión generalizada ha sido favorable. Casi todo el mundo ha estado de acuerdo en que se trata de una obra muy cinematográfica, fácil de leer, ágil, bien narrada y que cuenta una historia interesante. A partir de ahí, las impresiones varían.
Hay para quienes la novela es redonda. Otras personas sienten que la descripción de los personajes es poco profunda, y deja velados algunos argumentos. Esto da lugar a que otras opinen que la trama es muy sencilla e incluso demasiado sencilla un poco a lo: chico conoce chica, chico se enamora, chica se casa con otro, chico hace todo lo que está en su mano por recuperarla.
Pero si bien hemos resumido la trama irónicamente, lo cierto es que el Gran Gatbsby nos cuenta la historia de un chico que sale de la nada y acaba consiguiendo amasar una gran fortuna para poder recuperar a la niña rica de la que se enamoró. La obra de Fitzgerald nos muestra esa promesa americana que tantas novelas y películas nos han hecho creer, la de que en EEUU cualquier persona podía hacerse rica si sabía manejar sus cartas. Lo que no nos contaba esa promesa era si las cartas eran éticas o no, y si una vez que las monedas se acumulaban en las cuentas corrientes, la aristocracia del dinero estadounidense, la de los ricos y ricas de cuna, iba a aceptarte.
Al terminar las sesiones la novela nos ha dejado un regusto dulce y una sonrisa, quizá al imaginarnos que participábamos en una de esas fiestas de los años 20 a ritmo de charleston, donde los cócteles, la comida y la felicidad parece que corrían en abundancia.
Para completar la lectura muchas de las personas asistentes nos han recomendado que echáramos un vistazo a la película protagonizada por Robert Reford, y a la que se realizó hace tres años, en 2013, por Bazz Luhrmann, con Leonardo Di Caprio como personaje principal.
En ambos clubes la opinión generalizada ha sido favorable. Casi todo el mundo ha estado de acuerdo en que se trata de una obra muy cinematográfica, fácil de leer, ágil, bien narrada y que cuenta una historia interesante. A partir de ahí, las impresiones varían.
Hay para quienes la novela es redonda. Otras personas sienten que la descripción de los personajes es poco profunda, y deja velados algunos argumentos. Esto da lugar a que otras opinen que la trama es muy sencilla e incluso demasiado sencilla un poco a lo: chico conoce chica, chico se enamora, chica se casa con otro, chico hace todo lo que está en su mano por recuperarla.
Pero si bien hemos resumido la trama irónicamente, lo cierto es que el Gran Gatbsby nos cuenta la historia de un chico que sale de la nada y acaba consiguiendo amasar una gran fortuna para poder recuperar a la niña rica de la que se enamoró. La obra de Fitzgerald nos muestra esa promesa americana que tantas novelas y películas nos han hecho creer, la de que en EEUU cualquier persona podía hacerse rica si sabía manejar sus cartas. Lo que no nos contaba esa promesa era si las cartas eran éticas o no, y si una vez que las monedas se acumulaban en las cuentas corrientes, la aristocracia del dinero estadounidense, la de los ricos y ricas de cuna, iba a aceptarte.
Al terminar las sesiones la novela nos ha dejado un regusto dulce y una sonrisa, quizá al imaginarnos que participábamos en una de esas fiestas de los años 20 a ritmo de charleston, donde los cócteles, la comida y la felicidad parece que corrían en abundancia.
Para completar la lectura muchas de las personas asistentes nos han recomendado que echáramos un vistazo a la película protagonizada por Robert Reford, y a la que se realizó hace tres años, en 2013, por Bazz Luhrmann, con Leonardo Di Caprio como personaje principal.
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