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miércoles, 29 de abril de 2020
domingo, 26 de abril de 2020
LAS VENTANAS DEL CIELO (GONZALO GINER)
Siglo xv,
Hugo de Covarrubias decide renunciar al destino que su padre, un mercader de
lanas, le ha marcado. Su decisión hace que abandone Burgos, pero también a
Berenguela, su íntima amiga, y a su ambicioso hermanastro Damián, que ansía
hacerse con la empresa familiar. Pero todo cambia al descubrir que su padre
está siendo traicionado. Se ve obligado a huir para salvar la vida embarcándose
en un ballenero vasco, en el que conoce a Azerwan, un fascinante hombre que se
define como contador de leyendas y con quien compartirá en África un prometedor
negocio de venta de sal. La venganza le hace escapar de nuevo, esta vez con una
mujer, Ubayda, y un extraordinario halcón, Aylal, en busca de su verdadero
destino: aprender el arte de las vidrieras. Una novela épica y de aventuras que
se desarrolla en escenarios tan dispares como el desértico norte de África, la
inexplorada Terranova y algunas de las más pujantes ciudades europeas de la
época (Brujas, Lovaina o Burgos) y sus catedrales, en un tiempo en el cual sus
viejas paredes se fueron abriendo para convertirse en auténticos sagrarios de
cristal, ante los cuales los fieles creían sentirse a los pies de las ventanas
del cielo.
La novela en
sí esta bien argumentada, en el espacio tiempo con los capítulos bien
distribuidos, se nota que el autor se ha documentado bien, es un libro donde la
intriga y la pasión engancha.
Los temas
ambientados en la edad media, donde arranca en el gótico con las vidrieras, que
pasan de las piedras a dejar huecos para las ( ventanas al cielo). Sant Denis
en Paris fue la primera con vidrieras.
Según decía
Hegel, cada obra de arte es esencialmente una pregunta, pero también una
llamada al ánimo y al espíritu. ? cual es el lenguaje de las vidrieras ¿ Luz ,
Color, Fuego y Aire.( son libros abiertos al pueblo llano)
Nos dan mensajes ; nos
cuentan historias bíblicas y humanas
En cuanto a los protagonistas que cito arriba, me llamó la atención el
inesperado halcón gerifalte blanco
(Aylal).
En cuanto a
la trama del halcón se nota que es ficción
el ataque salvando a Hugo de una muerte segura , pero en la imaginación
bonito. Como también las voces en el interior
de la cartuja de Miraflores estando la Reina Isabel inaugurándola, donde
supuestamente enterraría a su padre.
Destaco los
oficios que pasa el protagonista y como el autor deja su huella.
Mercader de lanas que fue el oro blanco que hizo rica a
Castilla que movía entre 25.000 y 30.000 sacas anuales lo que equivalía a unas 3.500 toneladas y con la corrección a
euros 1.500 millones , Carretero el
medio de transporte que había en esos tiempos, que llevaban hasta los puertos
Santander o Bilbao, Los más pudientes sus conductores son cocheros o
palafreneros los que estaban al cuidado del freno.
La pesca del bacalaos y ballenas en
Terranova, los vascos fueron los primeros marinos y que sus armadores y
cofradías fueran los mayores vendedores de aquel pescado en toda Europa, denota
el saber marino.
Las salinas de Túnez, o de Ifriqiya , la sal en
el Medievo constituyo una fuente de riqueza para aquellos pueblos que lo
poseían, en nuestro país las salinas de Añana en Álava, la bahía de Cádiz,
Torrevieja y San Pedro del Pinatar.
El
maravilloso arte de las vidrieras, que
esta explicado según Hegel, pero hare un recorrido por donde el protagonista
hizo el recorrido. Catedral de Amberes, Catedral de Ulm, Erfurt, Colonia, San Denis Sainte Chapelle, Cartuja de
Miraflores Abadía de Orval monasterio Cisterciense, Catedral de Notre Dame,
Ratisbona, Milán y Pavía.
Escuela de
vidrieros en Lovaina con influencia Flamenca, con pigmentos nuevos, que incluía
a los sopladores del vidrio.
Todo estos
oficios y los dependientes de estos fueron básicos para la economía de Castilla
.
José M. Sanz
Fernández, participante de los clubes de lectura de la bibioteca
Distintas reflexiones sobre Shifu
Varias personas de los clubes de lectura han aportado su opinión "virtual" sobre el libro Shifu, Harías cualquier cosa por divertirte de Mo Yan.
Mo Yan = No molestar
Jiaozi = Como empanadillas nuestras
Shifu = ( maestro) Termino popular empleado por trabajadores; en sustitición de camarada. Protagonista ( Ding Shikon )
De los ocho relatos, me quedo con el primero aunque en los demás nos va
diciendo como es la china cambiante en la década de los 60. Profundiza
en las constumbres de la sociedad. Profundiza en la crudeza de la China
que repudian a las niñas, por lo tanto una
saciedad MACHISTA.
Hay muchas metáforas , situaciones muy comprometidas como el hambre
(activa el ingenio). El sistema económico por donde camina es por el
sistema capitalista en la China moderna.
Shifu que después de 43 años de trabajo ininterrumpido y si decir una
palabra más alta que otra, es despedido cuádo le falta un mes para su
jubilación, en su cuerpo denota el esfuerzo de l trabajo que ha
realizado ( curvatura de la columna) y el envejecido
aspecto de su cara.Los despidos son eminentes.
Pero lucha por sus ceencias para salir adelante, pese a los avatares que la vida nos pone.
Como es constumbre , siendo una lectura fácil y compresnsible mi NOTA es de un 6.5
José M. Sanz Fernández
Mar
viernes, 24 de abril de 2020
lecturas confinadas
Para este día del libro tan extraño, donde no podemos acudir a nuestras librerías ni bibliotecas a escoger lecturas, desde la Biblioteca de Aguilar han coordinado esta iniciativa en la que distintas personas de la provincia de Palencia nos invitan a leer.
Lecturas confinadas
Lecturas confinadas
jueves, 23 de abril de 2020
Los pacientes del doctor García de Almudena Grandes
César, del club de lectura de los jueves, se ha animado en estos DÍAS DEL LIBRO a grabar un booktuber y recomendarnos una lectura.
miércoles, 22 de abril de 2020
Iniciativas día del libro
Para este extraño día del libro, en el que lo único que hace que no estemos confinados es la cultura y su capacidad para evadirnos a otras realidades, os dejamos con algunas de las iniciativas que ha tenido la gente participante de los clubes de lectura.
- César nos lee un poema.
- Valle nos muestra su rincón de lectura.
- Javier nos presenta un Pasalibros
- Lola nos recomienda leer a Luis Landero
- Belén nos enseña su idílico rincón de lectura.
Feliz día del libro
El 23 de abril se celebra el día del libro porque ese día, en 1616 murieron William Shakespeare y Miguel de Cervantes. Shhhh vamos a contar un secreto, en realidad, esa fecha no es una coincidencia exacta, la fecha de la muerte de Shakespeare corresponde al calendario juliano, que sería el 3 de mayo del calendario gregoriano (el nuestro) y Cervantes falleció el 22, siendo enterrado el 23.
Pero sea lo que sea... vamos a serguir celebrando este día, porque nos encanta leer
Pero sea lo que sea... vamos a serguir celebrando este día, porque nos encanta leer
miércoles, 15 de abril de 2020
Mo yan
Mo Yan
significa “no hables”. En el pueblo natal del premio Nobel chino, que recoge el
próximo lunes en Estocolmo, lo recuerdan como un tipo callado, vivaz y
fascinado por las historias
Pocos minutos después, aparece Guan Moxin, uno de los hermanos de Mo Yan —el verdadero nombre del escritor es Guan Moye—, y se dirige con paso lento hacia la puerta, protegida por un tejadillo de dos aguas. La entrada da acceso a un patio rectangular con suelo de tierra de 13 metros de lado. Está vacío. Solo hay unas tinajas, dos piedras cilíndricas de moler el grano, y tierra removida en algunas zonas. “Había rábanos y zanahorias, pero mucha gente vino a visitar la casa cuando se enteraron de que Mo Yan había ganado el Nobel y los arrancaron y se los llevaron (para que les trajeran buena suerte)”, cuenta.
En el lado izquierdo de lo que fue huerto y corral, orientada a mediodía, está la vivienda. Ocupa todo el lateral del patio. Se accede a ella por la cocina, pieza central de las cinco que componen la casa en hilera. En la puerta de madera de doble hoja, hay pegados sendos papeles rojos con cinco caracteres negros cada uno: “Los poemas y los libros alargan la vida. La honestidad y la tolerancia marcan una gran diferencia en una familia”.
“La habitación a la izquierda de la cocina es donde nació Mo Yan y la siguiente es donde guardábamos el grano. La estancia a la derecha es la que pasó a ocupar Mo Yan cuando se casó, y la otra era la de mis tíos. Vivíamos aquí 14 personas”, dice Guan Moxin, de 62 años. En la casa, de suelo de tierra, solo habitan ahora dos sillones desvencijados, una mesa con una silla que mira hacia la ventana, y aperos de labranza. En un mueble, duerme una vieja maleta de cuero.
La vivienda fue construida por el abuelo de Mo Yan en 1911, después de que las inundaciones provocadas por el río Jiao, situado unos 50 metros a su espalda, destruyeran la anterior. Fue aquí, entre estos muros ocres, donde Mo Yan nació y pasó su infancia, una infancia marcada por “la soledad y el hambre” en una aldea rural y pobre, que se convertiría en la musa de su obra. “Mis recuerdos están repletos de soledad y hambre. La década de 1960 fue muy difícil en China. Estaba todo el día en el campo cuidando de las vacas y las ovejas mientras los niños de mi edad estudiaban y jugaban en el colegio. Había veces que no veía a nadie en todo el día”, contó en una entrevista a este periódico en 2008.
Guan Moye eligió el seudónimo de Mo Yan, que significa “no hables”, en recuerdo a los años en los que no podía dirigir la palabra a nadie. Así se lo habían ordenado sus padres —hasta el punto de que su madre le pegaba para que no hablara— porque, durante los tiempos turbulentos de la Revolución Cultural[1] (1966-1976), temían que dijera algo inconveniente y trajera problemas a la familia.
Desde que el pasado 11 de octubre fue anunciado que había ganado el Nobel de Literatura, Mo Yan ha desaparecido de la luz pública. Su teléfono móvil da señal de apagado y el de su casa en Pekín ha dejado de funcionar. Aseguran fuentes cercanas al escritor —un hombre tranquilo y tímido— que se ha visto desbordado por la concesión del galardón —a pesar de que sonaba desde hace años como candidato— y la polémica que ha suscitado. Algunos escritores y disidentes le acusan de ser un autor cercano al Partido Comunista Chino (PCCh), del que es miembro, y de no apoyar a los intelectuales encarcelados por el Gobierno, como el Premio Nobel de la Paz 2010, Liu Xiaobo[2]. “Creo que la gente que me ha criticado no ha leído mis libros. Si lo hubieran hecho, comprenderían que mis escritos de entonces me hicieron correr muchos riesgos y sometieron a presión (…) Hace tiempo que he superado las limitaciones políticas y de clases”, se ha defendido el autor, que es vicepresidente de la Asociación de Escritores de China, organización respaldada por el PCCh. “Mo Yan es Mo Yan. Mo Yan es un representante de los campesinos. No es un funcionario del Gobierno. Es tan solo un novelista, que está mucho más allá del partido”, dice por teléfono desde Jinan (capital de Shandong) He Lihua, de 64 años, profesor en la Universidad de Shandong y amigo de Mo Yan desde hace 25 años.
En aquellos años, Ping’an —una aldea de unos 600 habitantes (ahora son unos 800)— no tenía luz eléctrica. “Por la noche, leía junto al quinqué que utilizaba mi madre cuando cocinaba. Seguía allí hasta las once de la noche, y mi madre tenía que decirle que parara de leer porque iba a gastar todo el petróleo”.
Mo Yan tuvo que dejar el colegio con 11 o 12 años para pastorear el ganado y trabajar en la siega y los campos de algodón. Pero en cuanto encontraba un momento libre se refugiaba en la lectura. “Cuando estaba en la escuela, sus redacciones eran las mejores. Utilizaba palabras y frases que había aprendido en los libros”, asegura su hermano.
El futuro escritor no solo se alimentó de letras.
“También seguía a mi tío abuelo, que era doctor de medicina tradicional, y se
aprendía los tratamientos y se los recetaba a mis tías cuando tenían gripe o
dolor de cabeza”, dice Guan Moxin, sentado al sol en el patio de la antigua
casa familiar.
Pero su gran influencia fueron las historias que le
narraba su abuelo. En particular, las que trataban de fantasmas que se
convertían en seres humanos y seres humanos que se transformaban en fantasmas.
“En el pueblo, no había luces por la noche, y, cuando abrías la ventana, podías
ver las hogueras brillando en el campo en la oscuridad. Mis recuerdos de
infancia están plagados de espíritus”, aseguraba en 2008 Mo Yan, quien reconoce
que su obra se ha visto muy influida por el realismo mágico latinoamericano —en
especial, el colombiano Gabriel García Márquez— y por autores como Tolstói y
Faulkner.
También ha sido muy importante en su vida el primero
de sus hermanos, Guan Moxian, 12 años mayor que él, que se graduó en la
universidad antes de la Revolución Cultural y al que siempre pedía opinión
sobre sus escritos.
“Entonces no teníamos televisión ni radio. La única
diversión se producía durante el Año Nuevo, cuando los vecinos del pueblo
representaban óperas chinas. Pero mi abuelo era un gran contador de cuentos”,
continúa Guan Moxin. El segundo de los cuatro hermanos Guan —Mo Yan es el más
pequeño, mientras que la tercera es una mujer— se hunde en los recuerdos, y
explica cómo las penurias de la niñez modelaron el carácter del futuro Nobel.
“Nuestra vida fue muy dura entre 1959 y 1966. No había harina suficiente, íbamos
al campo a buscar hierbas silvestres, comíamos cortezas de árboles y raíces.
Esto le proporcionó mucho material de escritura”. Entre 15 y 45 millones de
personas murieron en China durante la gran hambruna que provocó la combinación
del Gran Salto Adelante (1958-1961) —el fallido movimiento de industrialización
rural lanzado por Mao Zedong— y las sequías e inundaciones ocurridas esos años.
A los 18 años, Mo Yan entró a trabajar en una fábrica,
y tres años después se alistó en el Ejército Popular de Liberación “para poder
comer todos los días”. Como había un límite de edad, sus padres cambiaron su
fecha de nacimiento para quitarle un año. De ahí que en algunos lugares figure
que nació en 1956. Fue en esa época, en 1981, cuando publicó su primera novela,
Lluvia en una noche de primavera. Luego, vino una docena de novelas cortas, en
medio de las críticas de sus superiores, que se quejaban de que escribía en
lugar de hacer su trabajo; hasta que, en 1984, entró en la Escuela de Arte y
Literatura del Ejército. Desde ese momento, pudo dedicarse a su pasión y vivir
de ella. Años después, colgó el uniforme porque, según dijo, “allí no tenía
futuro”.
El rábano transparente (1986) fue su primer libro de éxito, y el segundo, El clan del sorgo
rojo (1987), obra compuesta por cinco volúmenes, en la que está basada la película Sorgo rojo,
con la que el director de cine Zhang Yimou
ganó el Oso de Oro en Berlín en 1988. En 1992, publicó La
república del vino, donde satiriza la corrupción gubernamental y la
obsesión en China por la comida y el alcohol, y en 1996, Grandes pechos,
amplias caderas, que relata, de forma brutal y realista, desde los últimos
tiempos de la dinastía Qing (1644-1911) hasta la época posmaoísta a través de
la historia de una mujer que tiene ocho niñas antes de lograr el ansiado varón,
todos fuera del matrimonio. Fue prohibido en China.
Detrás de la
antigua vivienda familiar, fluye el río Jiao, ahora protegido por un terraplén
contra las inundaciones. “A Mo Yan le gustaba ir al río a bañarse y pescar. En
junio, cuando las aguas subían (por las lluvias), mis padres no nos dejaban,
pero íbamos a escondidas. Ahora está contaminado y no te puedes bañar. Algunos
vecinos aún pescan, pero no se comen lo que capturan”, afirma Guan Moxin. Junto
al puente recién pintado de blanco y azul, se acumulan bajo el agua la basura y
las bolsas de plástico.
Guan Moxin se levanta, sale a la calle, agarra su
bicicleta y se interna por las calles polvorientas camino de la casa que
construyeron y a la que se mudaron en 1991, a unos centenares de metros. Por
todo el pueblo hay mazorcas y cañas secas de maíz y sorgo. “Cuando éramos
niños, todos cultivábamos sorgo, porque es una planta que resiste bien las
inundaciones, algo muy importante porque antes no había sistema de drenaje. Era
utilizado como alimento y para producir aguardiente. Pero desde 2004 se ha
dejado de plantar a gran escala, debido a su bajo rendimiento, su mal sabor,
los bajos precios y el hecho de que el pueblo tiene ahora un sistema de
evacuación de las lluvias. La gente solo planta un poco de sorgo en los
laterales de sus campos para hacer bebidas y escobas con las que barrer las
calles”, dice Guan Moxin. Los cultivos principales ahora son maíz, trigo, mijo
y algodón.
Es mediodía. En una habitación de la nueva casa
familiar, también de un piso, un anciano con una gorra y un chaquetón negros
aguarda sentado junto a una mesa forrada con plástico de colores. Es Guan
Yifan, el padre de Mo Yan. “Mo Yan era un niño muy travieso e inquieto,
inteligente y buen estudiante. Se podía comer de una tacada 30 jiaozi
[una especie de raviolis muy apreciados en China, que la familia preparaba en
el Año Nuevo chino]. Yo no esperaba que fuese escritor sino militar”, dice este
hombre de 90 años, que padece sordera. Sobre el hule, humean las tazas de té.
Ge Jinfang, la esposa de Guan Moxin, comienza a traer
platos. Carne de cerdo, hígado, empanadillas, verdura rehogada y baozi,
unos bollos de pan rellenos, cocinados al vapor, típicos de la región. A la
mesa se han sentado, también, Guan Molun, hijo de Guan Moxin, y su esposa, Zhu
Shaoying. “El día que anunciaron que mi tío había ganado el Nobel de Literatura
no pude dormir en toda la noche”, cuenta Guan Molun, de 37 años, profesor de
matemáticas en una escuela secundaria en la ciudad de Gaomi, a 25 kilómetros de
Ping’an. “Este premio era una asignatura pendiente para China”, dice su mujer.
Las habitaciones, contiguas una tras otra, se abren al
patio y a un pequeño huerto con repollos y cebollas. En un extremo, se
encuentra la estancia de Mo Yan. En la pared, al lado de la cama y el
escritorio, hay una foto del novelista chino brindando con Kenzaburo Oe
durante una visita que el escritor japonés, premio Nobel de Literatura 1994, le
hizo en Ping’an hace unos años.
Cuando el pasado 11 de octubre fue anunciado que Mo
Yan había sido galardonado con el Nobel, el pueblo lo celebró con tracas y
cohetes. Pero hubo un tiempo en que fue muy criticado por algunos vecinos y las
autoridades locales por el retrato crudo que ha hecho de personajes y sucesos
inspirados en su tierra, a la que llama “mi reino de la literatura”. “Mo Yan
ama su tierra natal, pero también la odia. En uno de sus libros dice: Gaomi es
un lugar donde hay muchos héroes y valientes, pero también es un lugar donde
hay muchos bastardos gallinas”, afirma He Lihua. “Gaomi es un lugar muy
conservador, y la gente no entendió su libro El clan del
sorgo rojo. Recuerdo que los dueños de algunas destilerías
decían: ‘No mezcles nuestro aguardiente con el de Mo Yan. Nuestro licor es
bueno; el suyo, no. El nuestro no tiene orina’. En el libro, describe cómo el
personaje principal orina en el aguardiente y lo buena que sabe la mezcla”,
dice He, especialista en literatura contemporánea china.
“Mo Yan era muy estudioso y de pequeño podía recitar
de memoria cualquiera de los textos de la antología de poemas de Mao Zedong”,
afirma Guan Moce, de 51 años, primo de Mo Yan y una de las 14 personas que
vivían en la casa familiar cuando eran niños. “Jugábamos a menudo al ajedrez
chino. Es un hombre inteligente. ¿Cómo podría haber ganado si no el Premio
Nobel?”, añade Zhang Jiazhuang, de 58 años, un vecino cuya casa está junto a la
antigua vivienda de los Guan.
El clan del
sorgo rojo consolidó a Mo Yan como escritor, y algunos en el
pueblo recuerdan con nostalgia el rodaje de la película de Zhang Yimou
en los campos de sorgo y los alrededores del puente de piedra de Qingsha, en
Sunjiakou, a siete kilómetros de Ping’an, donde el 16 de abril de 1938, “400
soldados civiles” realizaron una emboscada a los invasores japoneses. “Hoy ya
no hay sorgo aquí”, explica Guan Moce, que se ha ofrecido a enseñar el lugar,
mientras camina con orgullo sobre las grandes losas del viejo puente, y cuenta
que durante la
filmación, en 1987, facilitó una casa casi tres meses a Zhang Yimou,
la actriz Gong Li, el actor Jiang Wen y el propio Mo Yan. “Espero que el premio
Nobel contribuya a desarrollar Ping’an como lugar turístico y a mejorar el
medio ambiente”, dice este hombre, propietario de una tienda de semillas y
productos fitosanitarios, que se queja del Gobierno local y el atraso en que
aún vive el pueblo.
El resultado de tres décadas de novelista es un rico abanico de obras, que mezclan pasajes épicos de la agitada historia china en el último siglo con los ritos y tradiciones rurales y el alma del pueblo chino, mediante un lenguaje realista, mágico, descriptivo, humanista, subversivo, absurdo, grotesco y satírico, con toques de humor negro. Una obra que le ha hecho merecedor del Nobel por su “realismo alucinante que fusiona cuentos populares, historia y lo contemporáneo”, según la Academia Sueca. “Este Nobel significa que la literatura contemporánea china tiene ya un lugar en la literatura mundial”, asegura Mao Weijie en una de las salas del Museo de Literatura de Mo Yan, del que es director, en la ciudad de Gaomi.
No hables recibirá el premio en Estocolmo este
lunes, donde se prevé que esté acompañado de su esposa, Du Qinlan, y su única
hija, Guan Xiaoxiao. ¿Cambiará el Nobel su forma de ser? “Mo Yan es una persona
muy honesta, que teme la fama y el dinero, y está muy preocupado por la
concesión del galardón. No se dejará llevar por el éxito, sino que trabajará
aún más duro porque ahora le mirarán muchos ojos”, dice He Lihua. Muchos de
ellos, nuevos ojos para su “reino de la literatura” en este rincón de China
habitado por los fantasmas del recuerdo.
Fuente:
El
País
Mo Yan: «Escribir es la manera más libre y poderosa de expresarme»
El recién nombrado Nobel de Literatura se refugia en su aldea natal para huir de los periodistas que lo acosan y «estar con los pies en la tierra»
PABLO M. DÍEZCORRESPONSAL EN PEKÍN Actualizado:
Para ser un escritor que firma bajo el pseudónimo Mo Yan, que en mandarín significa algo así como “no hables” o “abstente de hacer comentarios”, el último premio Nobel de Literatura tiene mucho que decir. Y más ahora que se ha convertido en el primer autor chino en recibir tan prestigioso galardón sin estar en el exilio, como Gao Xingjian hace doce años, o en la cárcel, como el disidente Liu Xiaobo, que obtuvo el Nobel de la Paz en 2010. Frente a sus antecesores, cuyos nombramientos irritaron al autoritario régimen de Pekín, la Academia sueca ha querido reconocer el ascenso de China como superpotencia que está cambiando no solo la economía mundial, sino también la sociedad y la cultura.Famoso gracias a novelas como “Sorgo rojo”, llevada al cine en 1987, Mo Yan también ha sido criticado por otros disidentes, como el artista Ai Weiwei o y el escritor Ma Jian, por no romper una lanza a favor de los perseguidos en China por sus opiniones políticas. El autoritario régimen de Pekín, que en años anteriores había criticado duramente al Comité Nobel, intenta ahora apropiarse de la figura de Mo Yan para convertirlo en un héroe nacional.
Sin embargo, sus libros destacan por una fuerte crítica social que se inspira directamente en los pueblos que lo vieron crecer y pasar hambre. Nacido en 1955 en la provincia oriental de Shandong, en el seno de una familia de campesinos, Mo Yan pertenece a esa “generación pérdida” de chinos que tuvo que dejar los estudios para trabajar en una fábrica durante la infame “Revolución Cultural” (1966-76) de Mao Zedong. Precisamente allí, en su aldea de Gaomi, se ha refugiado para huir de los medios que lo acosan desde ayer y “estar tranquilo con el fin de escribir encerrado en mi habitación”, señaló a la televisión estatal CCTV. Con su habitual humildad, se declaró “muy alegre y sorprendido” por el premio, que no se esperaba porque “mi estatus no es tan elevado como el de otros autores chinos”.
Con 20 años, Mao Yan ingresó en el Ejército Popular de Liberación, donde empezó a escribir sus primeros relatos a principios de los 80 ante la mirada inquisitiva de sus superiores. Tras ser nombrado profesor de Literatura en la Academia Cultural del Ejército, Mo Yan alcanzó renombre mundial gracias a la adaptación cinematográfica de “Sorgo rojo”, que supuso el debut del director Zhang Yimou y de la actriz Gong Li y ganó el Oso de Oro del Festival de Berlín en 1988. Con maestría clásica, dicha obra retrata la azarosa vida de una joven que es vendida al dueño leproso de una destilería durante los violentos años de la ocupación japonesa (1931-45). En su vida, Mo Yan ha sabido conjugar la rebeldía del escritor que habla en sus obras con la docilidad del ciudadano de a pie chino que calla en el día a día. Aunque uno de sus libros, “Grandes pechos, amplias caderas”, fue prohibido por el régimen, el autor sigue viviendo en un bloque de apartamentos del Ejército cerca del céntrico lago pequinés de Houhai. Anoche, sus uniformados vecinos recibían con sorpresa la noticia.
Los clamorosos silencios de su voz interna
En una sociedad que ha vivido bajo décadas de opresión, y donde la libertad de expresión es todavía un derecho por conquistar, la literatura de Mo Yan nace de los clamorosos silencios de su voz interna. “Siento que escribir es la manera más libre y poderosa de expresarme porque tengo mucho que decir. Y es también la mejor forma de contar mi historia”, explicó en una entrevista telefónica a la Academia sueca, que lo ha elegido por su capacidad para combinar “los cuentos populares, la historia y lo contemporáneo con un realismo alucinante”.Influido por la ironía social de Lu Xun, el padre de la Literatura china contemporánea, el realismo mágico de Gabriel García Márquez, y autores occidentales como William Faulkner, Mo Yan ha cultivado un fino sentido del humor, bastante negro y kafkiano a veces, en títulos como “La vida y la muerte me están desgastando” y “Grandes pechos, amplias caderas”, ambos publicados en español por Kailas.
Al contrario que Liu Xiaobo, entre rejas por liderar la “Carta 08” por la democracia, Mo Yan podrá recoger el premio Nobel en Estocolmo el próximo mes. Mientras tanto, y aislado del ruido mediático y político que ha desatado el galardón, lo celebra tomando “dumplings” caseros con su familia en la aldea que inspiró sus obras.
Fuente: ABC
¿Quién coño es Mo Yan?
David Torres
octubre 12, 2012
Las reacciones al flamante premio Nobel de Literatura
no se han hecho esperar. Básicamente han consistido en tres tipos de
reacciones. Primera, la alegría de las autoridades chinas que están de
enhorabuena porque al fin la academia sueca ha premiado a un autor chino de
pura cepa. Para ellos, el Nobel anterior, Gao Xingjiang, era un traidor, un
afrancesado, más pintor que escritor y que de chino ya no tenía más que los
ojos. Un chino accidental. Segunda, la rabia de los disidentes chinos (que en
términos de masa corporal ocupan bastante más que algunas islas del Pacífico),
quienes lamentan la concesión del premio, ya que el autor no es lo bastante
crítico con el régimen y consideran su obra pasada de fecha cuando no
directamente obsoleta. Tercera, la reacción general del resto del mundo,
incluido yo: ¿quién coño es Mo Yan?
En los últimos años, y cada vez con mayor frecuencia,
los académicos suecos juegan al despiste, lanzan rondas temáticas, quinielas
por sexo, por continente, por idioma. Premian un poeta, luego dos novelistas,
otro poeta, tres novelistas, ojo, que toca un dramaturgo. El comité utiliza el
Nobel como una herramienta para descubrir autores casi secretos, como si el
Nobel fuera lo mismo que unos juegos florales, uno de esos galardones de
provincias que premian los esfuerzos de un oscuro bardo local. Es posible
imaginar las deliberaciones del jurado, esos delicados tira y afloja entre
consideraciones que rara vez tienen que ver con la literatura. ¿Murakami? No,
porque todo el mundo piensa que se lo vamos a dar a Murakami y además ese señor
es pura tecnología japonesa, está muy traducido, lo leen mucho y los libreros
se iban a forrar. ¿Cormac McCarthy? Escribe muy bien, sí, pero le ha dado por
la ciencia-ficción y además masca chicle y lleva botas de vaquero. ¿Alice
Munro? No, no, que este año no toca mujer. ¿Philip Roth? Es un genio, sí, pero
demasiado judío. ¿Amos Oz? Peor todavía, es israelí. ¿Adonis? No jodas, hombre,
que ése es sirio, con la que está cayendo en Siria, a ver que se van a pensar.
¿Y Mo Yan? ¿Quién dices? ¿Mo yan? Ni idea. ¿Tú lo has leído? Yo tampoco. Pues
por eso mismo, así no molestamos a nadie. En fin, vale, el Mo Yan ése, verás
cómo alguno lo haya leído la que nos va a caer.
Es un hecho que hay unos cuantos premios Nobel que ya
no leen ni los suecos: Mistral, Pearl S. Buck, Echegaray. Es cierto también que
a veces aciertan de pleno, como pasó con Faulkner, García Márquez o Saint-John
Perse. Pero sin el Nobel se murieron algunos de los escritores fundamentales
del pasado siglo (Kafka, Joyce, Proust, Rilke, Borges) y unos cuantos
secundarios que lo merecían de sobra. Sin embargo, en mi opinión, lo mejor del
Nobel de Literatura es el furor que lo acompaña, la alegría, la irritación que
causa, ese resquemor de filias y fobias que abarca sexos, ideologías,
continentes y lenguas. El Nobel de Medicina es mucho más acuciante para
nuestras vidas, los de Química y Física podrían cambiar el rumbo de la
historia, pero los periodistas se limitan a preguntarles a los ganadores por
sus descubrimientos, mientras que los escritores, más que por sus libros,
tienen que responder por la crisis de valores, los derechos humanos, el hambre,
la injusticia social. Ése es el verdadero premio: que una labor tan ingrata y
tan aparentemente baladí como la de juntar letras, una actividad rudimentaria que
apenas ocupa y preocupa al uno por ciento de la población, siga significando
tanto al final. La literatura es la conciencia del mundo, por eso importa mucho
quién coño sea Mo Yan.
Fuente:
Público
[1] conocida
también como la Gran Revolución Cultural Proletaria fue un movimiento
sociopolítico que acaeció en China desde 1966 hasta 1976. Iniciado por Mao Zedong,
entonces líder del
Partido Comunista Chino, su objetivo declarado era preservar el
comunismo chino mediante la eliminación de los restos de elementos capitalistas
y tradicionales de la sociedad china, y
reimponer el pensamiento de Mao Zedong (conocido fuera de China simplemente
como maoísmo)
como la ideología dominante dentro del Partido. La Revolución marcó el regreso de
Mao a una posición de poder después de los fracasos de su Gran Salto Adelante, que mató a aproximadamente
30 millones de personas en la Gran hambruna china
[2]
Liu Xiaobo fue un intelectual, crítico de la literatura china, escritor y
activista en pro de los Derechos Humanos y las reformas en la República Popular China. Laureado con el
Premio Nobel de la Paz por aclamación para reformas políticas, fue acusado en
campañas para terminar con el comunismo. Fue presidente del Centro
Independiente Chino PEN desde 2003. El 8 de diciembre de 2008
fue detenido en respuesta a su participación en la firma de la Carta 08,
arrestado el 23 de junio de 2009 por sospecha de «incitar a la subversión
contra el poder del Estado», siendo enviado y encarcelado como preso político
en Jinzhou.
Fue procesado con esos cargos el 23 de diciembre de 2009,4
y, dos días después, condenado a once años de cárcel