Camus, un escritor de las dos orillas del Mediterráneo
Es precisamente este mestizaje de Argelia, donde convivieron y se enfrentaron las diferentes culturas mediterráneas, lo que determinó la filosofía vital de Camus, un colono de origen francés que vivió y creció en este país durante las últimas décadas (y las más violentas) de dominio galo. Así lo reconoce Reverte, autor de referencia de la literatura de viajes y que por fin ha podido dedicarle un libro a uno de sus escritores fetiche. “Tú lees a Camus y te llega directamente al corazón”, señala Reverte sobre El hombre de las dos patrias. Tras las huellas de Albert Camus (Ediciones B). “Camus es un escritor fundamentalmente mediterráneo”, subraya, “decía que en algún momento habría que derribar las fronteras de España, Italia y Francia”. El Nobel argelino era un pied-noir (pies negros) —apelativo con el que se conocía popularmente a los colonos franceses, bautizados así porque usaban zapatos en lugar de babuchas— que se crió en uno de los barrios más pobres de la capital, huérfano de padre y con una madre prácticamente analfabeta.
El hombre de las dos patrias, como bien apostilla Reverte en el título de la obra, estaba vinculado a Argelia de manera sentimental, y a Francia de forma intelectual. A lo que habría que añadir unas gotas de sangre española por parte de su abuela, menorquina, que provocaron que siempre se sintiera especialmente ligado a España, sobre todo tras la derrota republicana en 1939, que vivió como propia. “Fue en España donde mi generación aprendió que uno puede tener razón y ser derrotado”, escribió en una ocasión.
El amargo rechazo de sus dos patrias
Sin embargo, a pesar de haber emigrado a Francia en 1940 por presiones del gobierno argelino (el país no sería independiente hasta 1962), el autor de El extranjero y La peste apenas escribió sobre su país de acogida. “Siempre le fascinó Argelia”, reconoce Reverte, que siguió sus pasos por Argel y Orán. Y eso que en su país natal nunca se han sentido cómodos reivindicando su legado: no hay ninguna placa de recuerdo en el instituto en el que estudió el Nobel y los argelinos responden con cierto desprecio cuando el periodista les pregunta por él. “En Argelia amamos la cultura española y detestamos todo lo francés, incluidos sus escritores… Y sobre todo a los pieds-noirs: nos trataron como a perros durante la colonia”, le confiesa el gerente del colegio a Reverte durante su visita al país. Bien es cierto, como se encargan de resaltar muchos de los que se cruzan con el periodista, que los personajes de la obras de Camus eran casi siempre pied-noirs, y que describía a los argelinos de una manera vaga bajo la categoría de “los árabes”.
Eso explica, en buena medida, por qué Camus no contó con el beneplácito de sus compatriotas, pero su posición intelectual tampoco encontró acomodo entre la izquierda francesa, tras situarse claramente en contra del estalinismo y enzarzarse en sonados debates con Sartre. “No le importaba decir lo que pensaba aunque fuera a contracorriente”, constata Reverte. Ese rechazo por ambas partes se acentuó cuando comenzó el proceso de descolonización en 1954 y las acciones terroristas del grupo argelino Frente de Liberación Nacional (FLN) y de las organizaciones paramilitares francesas. En una ocasión, un miembro del FLN se encaró con Camus por sus tesis condenando el terrorismo árabe. El escritor le espetó entonces: “En estos momentos están poniendo bombas en los tranvías de Argel. Mi madre puede estar en uno de esos tranvías. Si eso es justicia, prefiero a mi madre”. Aquella frase, que fue acogida con bastante repulsa tanto en el propio movimiento independentista argelino, como entre los franceses que les apoyaban, le valió años más tarde un cumplido de Abdelaziz Bouteflika (líder histórico del FLN), siendo ya éste presidente del país: “Cuando [Camus] dijo que, entre la justicia y su madre, escogería a su madre, demostró ser un verdadero argelino”.
El centenario de su nacimiento, en 2013, hizo todavía más amargo el profundo, y a veces inexplicable, rechazo al escritor fallecido abruptamente en un accidente de coche, en 1960, a los 47 años. Argelia no conmemoró los fastos; mientras que en Francia, la efeméride quedó empañada por las diferentes y absurdas disputas políticas de la ciudad de Aix-en-Provence, donde está depositado su legado.
Referente de la literatura de viajes
Reverte (Madrid, 1944) es uno de los escritores más destacados de la literatura de viajes, con una extensa obra en la que combina la historia y la cultura de los lugares que visita con el paisaje y, sobre todo, el paisanaje. “Lo que da alma a un libro es la gente que te vas encontrando”, dice cuando le preguntan por Houari, uno de los protagonistas de su última obra, del que cuenta que tenía cara de asesino pero un gran corazón. A lo largo de los días que pasaron juntos en Argel, Houari —“un hippy a la argelina”— no paraba de susurrarle al oído “terrorista” cada vez que se cruzaban con un hombre con barba.
El autor de El sueño de África y Un verano chino es uno de los escritores jubilados afectados por la legislación que limita a 9.000 euros al año los ingresos que se pueden percibir por cualquier trabajo al margen de la pensión. Según contó a infoLibre, la Seguridad Social le reclama 120.000 euros por haber sobrepasado dicho umbral. Ahora, el periodista y escritor se niega a pagar la sanción (que realmente es la devolución de las pensiones consideradas “indebidas” durante el tiempo que infringió la norma) y la ha recurrido en los tribunales, a la espera de que un nuevo Gobierno cambie la legislación, tal y como se han comprometido todos los partidos, incluido el PP.
Así las cosas, aunque ya tiene en mente visitar Trieste, en Italia, donde James Joyce pasó varios años, y el castillo del Duino (muy cerca de esta localidad), germen de las Elegías del Duino de Rilke; Reverte echa cuentas e incluso ha llegado a suspender algunos de esos viajes para que la sanción impuesta por la Administración no alcance cifras astronómicas.
fuente: infolibre
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"Entonces comprendí que había roto el equilibrio del día, el silencio de una playa en la que fui feliz". Meursault se siente deslumbrado por el sol
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