miércoles, 15 de abril de 2020

Shifu, harías cualquier cosa por divertirte


Mo Yan, en el relato corto

El escritor chino Mo Yan reivindica el relato corto en "Shifu, harías cualquier cosa por divertirte", la publicación en la que Kailas recopila ocho de sus mejores historias breves.

Eva Queralt 27/07/2011

Mo Yan (Shandong, 1955) es uno de los escritores más reconocidos de la China contemporánea, pero si hasta hoy le conocíamos especialmente por sus grandes novelas, Kailas publica ahora por primera vez en español algunos de sus mejores relatos, escogidos por su traductor al inglés con la colaboración del propio autor.

"Shifu, harías cualquier cosa por divertirte" es el relato que encabeza la publicación y le da nombre. Pero esta antología recoge textos que, como pequeñas pinceladas, recorren la variedad de estilos y temas que podemos encontrar en el conjunto de la obra del autor, así como su evolución desde los años '80 hasta el cambio de siglo y de milenio.

Dentro de esta heterogeneidad, sus relatos, igual que sus novelas, tienen en común la crítica social y unas descripciones tan ricas como realistas y crudas que nos transportan a la China rural de personajes humildes.

Con alguna excepción, como en "Jardín Shen", una historia de amor desesperada ambientada en Pekín, Mo Yan centra sus relatos en esta crítica y no disimula su oposición a determinadas políticas del gobierno chino, poniendo de relieve sus consecuencias.

Un claro ejemplo de ello es el relato "Niña abandonada", que cierra el libro, y en el cual pone en voz del protagonista-narrador una dura crítica a la política del hijo único y a una de sus peores secuelas: el abandono de niñas y los abortos selectivos.

O, en el caso de "Shifu...", donde pone de relieve una absurda e injusta política de despidos en el sector industrial; incluso va más allá de esta problemática y a su vez rinde homenaje a la astucia que permite a los desempleados salir adelante.

El cineasta Zhang Yimou, que ya llevó a la gran pantalla la novela de Mo Yan "Sorgo Rojo" (1987), se basó en este relato para realizar su propia versión en la película "Happy times" (2000).

Mo Yan cuenta con más de 80 relatos en su trayectoria y reivindica este género, que considera menospreciado en la China contemporánea, en el prólogo de la publicación. En este texto introductorio, a modo de confesión, también explica qué le llevó a dedicarse a la literatura. Mo Yan, que significa "no hables", tenía desde pequeño una gran necesidad de expresarse, un impulso que tuvo que reprimir para no poner en peligo a sus padres con sus opiniones.

Pero sobre todo, lo que más ansiaba, era conseguir un trabajo que le permitiera comer todos los días. Mo Yan describe en este texto revelador su cruda infancia durante los periodos del Gran Salto Adelante y de la Revolución Cultural, y cómo el hambre agudizó sus sentidos y los de toda su generación.

En su caso, él traza un claro vínculo entre su infancia famélica y su potente imaginación; una imaginación que le compensa con creces, como él mismo argumenta, su escasa formación teórica sobre literatura.

Para disfrutar plenamente de su obra, podemos encontrar en español su novela más conocida, "Sorgo Rojo" (El Aleph, 2009), así como las publicadas por Kailas: "
Grandes pechos, amplias caderas" (2007), "Las baladas del ajo"(2008), "La vida y la muerte me están desgastando" (2009) y "La república del vino" (2010).

Fuente: asiared.com


Mo Yan y la tradición china


Hasta el siglo XX la novela en China nunca fue un género prestigioso, actitud que sorprende al lector occidental que haya tenido el placer de adentrarse en las grandes, inconmensurables y prácticamente inabarcables novelas chinas del siglo XVIII como El sueño del pabellón rojo (que Borges calificó de “novela infinita”), El erudito de las carcajadas, Viaje al Oeste, (las tres traducidas al español), Historia de los tres reinos, y A orillas del agua (quizá la mejor novela china de todos los tiempos). Sorprenden en estas novelas sus bifurcaciones en torno a un eje central elástico como el bambú, sus cientos de personajes, y la naturalidad caótica con que se va deslizando la narración. Sin olvidar que fue un siglo del que también surgieron narraciones mucho más comedidas y breves como los admirables Relatos de una vida fugitiva de Shen Fou.
En el siglo XIX la narrativa china decae por un efecto de saturación de su propia mecánica inabarcable, que la oponía frontalmente a la poesía, más sintética, más elíptica, más penetrante, más musical y filosófica. La poesía era considerada, desde la época clásica, el género más elevado y venerado por los chinos, y de hecho algunas de sus obras más universales son poemarios.
En el primer cuarto del siglo XX la narrativa china empieza a resucitar mirando a Occidente y modernizándose. El primero que hizo la criba a una forma de narrar fue Lu Xun[1], que fue para China lo mismo que Mishima para Japón: la occidentalización del discurso narrativo, buscando una forma de argumentar más geométrica y racional y evitando las bifurcaciones desmedidas y los discursos infinitos. Digamos que Lu Xun puso tasa a tanto desvarío.
Luego vino el “naturalismo” socialista con novelistas como Mao Dun[2], sin olvidar que la narrativa socialista era ya un occidentalismo. Por raro que parezca, para China fue una manera de entrar en un movimiento internacional que sobrepasaba su milenaria autarquía cultural.
Superado el maoísmo y los excesos de la revolución cultural, apareció una generación puente, que hizo de vínculo entre el realismo socialista y el presente, a la que pertenece Mo Yan.
Se ha dicho hasta la saciedad que en Mo Yan la influencia occidental se hace muy patente. Él mismo lo ha dicho. No lo pongo en duda, pero creo al mismo tiempo que Mo Yan ha sabido aprovechar lo mejor de las grandes novelas chinas (como Murakami ha hecho con la tradición japonesa). En algunas de sus grandes, grandísimas novelas como La república del vino y Grandes tetas, amplias caderas se detectan muchas influencias occidentales, pero también se observa una recuperación de la narrativa tradicional china, y de hecho son obras que por su vastedad, su abundancia de personajes, su invocación al caos y sus bifurcaciones se parecen más a los grandes clásicos del XVIII que a Joyce, a Proust, a Kafka o al realismo mágico del boom.
Hace años conocí en Pekín a Mo Yan, y me pareció un hombre de una ironía ejemplar que sabía sobrellevar con gran paciencia y afabilidad los odios que provocaba entre sus compatriotas, que al igual que los españoles, adoran al dios de la envidia por encima de todas las cosas. Recuerdo que en las dos o tres horas que estuve con él y con otras personas, sus colegas chinos no hicieron más que criticarlo. Prefiero no imaginar lo contentos que deben de estar ahora que le han dado el Nobel. Por descontado que se lo merece. Al fin y al cabo la Academia Sueca no es que haya sido demasiado generosa con los escritores chinos.
Fuente: El País


[1] Lu Xun (Shaoxing, 25 de septiembre de 1881-Shanghái, 19 de octubre de 1936) fue un escritor chino. Representante máximo del Movimiento del Cuatro de Mayo, está considerado el padre de la literatura moderna en China. Formó parte de la Liga de Escritores de Izquierdas, grupo de intelectuales afines al Partido Comunista Chino, y se destacó por sus ataques a la cultura china tradicional y su defensa de la necesidad de acometer reformas profundas en la cultura y la sociedad chinas.
[2] Mao Dun (Tongxiang, China; 4 de julio de 1896 - Pekín; 27 de marzo de 1981) fue un escritor chino contemporáneo, uno de los principales escritores en lengua china del siglo XX. Vinculado desde su fundación al Partido Comunista Chino, se le considera un representante del realismo socialista chino. Su principal obra es la novela Medianoche, historia de estilo naturalista sobre la sociedad capitalista del Shanghái de principios del siglo XX.

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