lunes, 8 de julio de 2013

En primavera florecen los versos

¿Por qué cuando la naturaleza se viste de túnicas floridas y el sol sale a mesar nuestros cabellos, como una novia entretenida en darnos cobijo entre sus manos, por qué, digo, por qué parece entonces que la lírica aflora de tan dentro que nos arde en las mejillas y se aviene a despertar nuestra pasión? ¿Es acaso un deber que tiene el ser humano de enamorarse de las palabras cuando apenas, y a duras penas, sabe contener tantas emociones? ¿No será quizá, como por un descuido, que necesitamos declarar que estamos vivos, igual que los campos reivindican su derecho natural de renacerse?

Renacerse, sí, como se renace la poesía al ser leída y escuchada de nuevo. Se nos antoja ya un motivo suficiente para encontrarse en DiVersos y disfrutar con el juego floral de las palabras, una tarde más, entre las butacas de la biblioteca pública que nos cede un espacio en el que enriquecernos. Y no hay razón mayor para compartir que el advenimiento de la primavera, cargado de entusiasmo y acompañado de un clima que promete mejorar a voz callada (aunque los susurros, lamentablemente, no llegasen esta vez a pleno pulmón).


Grande es, sin duda, la buenaventura que anuncian los pétalos del verso. En esta ocasión, gratamente acompañada por Toño Gutiérrez, Manolo López, Pablo Otero y por mí, junto a una breve concurrencia que pudo disfrutar de la poesía en todos los aspectos: tiempo hubo de leer poemas de todo tipo, si bien es cierto que alternados con debates, que trataban de dilucidar la motivación lírica que nos transporta a los reverdecidos horizontes del poema.

Es posible que la esperada y esperanzadora primavera viniese a hacernos mella en nuestros delicados pechos, horadando con su trino un corazón en barbecho en dónde germinar, y alejar así de él la pesadumbre de un frío invierno. Es posible que la magia de esta ciudad en flor nos haya enamorado, sin más, con sencillez, de todas esas cosas que la helada nos hacía pasar inadvertidas. No importa demasiado. La tarde acontecía, y era de savia nueva y de colores nuevos y de poemas nuevos para cantarla. La tarde, un estallido de luz que hería el alma de tan pura, donde brotan todos los poemas y florecen los versos.


Crónica grupo DiVersos 21-06-13
Luis Javier Pinar

lunes, 1 de julio de 2013

Aireando el corazón

Ya no resulta extraño escuchar que alguien confiese escribir poesía, como quien cuelga ropa en un tendal. Y me alegra poder oírlo. Parecía, no hace tanto, que el mero hecho de tener la necesidad de plasmar sobre un papel un sentimiento poético, era una clara muestra de rareza personal y motivo más que suficiente para marcar distancias. Sin embargo, y pese a quien pese, la poesía es un mal muy arraigado ya en los corazones de muchos; un mal cuyo único alivio es airearlo, para que no nos apolille los latidos.
De ese modo, Diversos ofreció la oportunidad de colgar poemas en el aire de la biblioteca y compartirlos como un regalo para todos los asistentes. En esta ocasión, sin necesidad ya de explicar el motivo de nuestro encuentro, la poesía quiso marcar su propio ritmo con una variedad de temática y forma preciosa: tanto Pablo Otero como Jorge Molinero (quien nos alegró con su incorporación y sus poemas satíricos), Toño Gutiérrez, Juan Carlos Urbón, Mercedes Parada y yo mismo, recitamos nuestros pequeños males, nuestras dolencias y nuestras ilusiones. Porque huir de ellas ya no nos trae a cuenta, porque la juventud se va curando con el paso del tiempo y la vejez nos devuelve a la infancia, porque los enigmas se resuelven con mil clases de besos y un Veuve Clicquot en la mano y porque, a fin de cuentas, estaremos en comunión mientras exista un motivo para amar la poesía.

La poesía no puede estar reñida con el resto de las cosas, ya que forma parte y se alimenta de ellas, de la vida en general y es, como bien sabemos, una aventura contagiosa.
Desde DiVersos quiero hacer un llamamiento a desempolvar los viejos poemas, las palabras que dieron sentido a una realidad vivida o por vivir, y sacudirlos bien alto y bien fuerte, para que llegue el viento que los transporte a un lugar donde aprendan a latir de nuevo. Eso se hace con la poesía: tenderla, quitarle la humedad y refrescarla.
Lejos de ambiciones de grandeza, el poeta está en consonancia con el resto del mundo y hace una manifestación de ello al ventilar sus dudas, sus amores, sus miedos o sus anhelos; los mismos que le otorgan la razón de seguir formándose letra a letra, poema a poema.
Gracias a todos por compartiros en cada encuentro de DiVersos. Continuemos aireando el corazón.

Crónica grupo DiVersos 31-05-13 
Luis Javier Pinar