martes, 22 de diciembre de 2015

escribiendo "habrir" con h

El que escriba ‘habrir’ no debería graduarse

Las faltas de ortografía y de comprensión lectora abundan en la Universidad

Los profesores se plantean si además de los conocimientos deberían evaluar un lenguaje viciado por los SMS

 

Escribir habrir es una falta de ortografía tan descabellada e inverosímil que parece un signo de rebeldía, como quien escribe okupa. Sin embargo, cuando una profesora de Hispánicas —letras— y otra de Agrónomos —ciencias— repasan en común mentalmente las faltas más habituales de sus alumnos aparece pronto el dichoso habrir. ¿Cómo llegan a una falta tan rocambolesca? Probablemente, conjeturan las docentes, porque no distinguen “habría” del verbo haber de “abría” (casi siempre escrito sin acento) de abrir. Los fallos ortográficos y de expresión son frecuentes en unos estudiantes que con esa ortografía no hubiesen pisado la Universidad. Los profesores reconocen que el panorama es desolador, pero pocos bajan la nota de un examen por la ortografía y la expresión —menos aún en las carreras de ciencias— y no existen reglas comunes para baremar este asunto en los departamentos de las facultades.

“Hay algo de verdad y algo de tópico. Si no hubiera sido por la métrica, el poeta podría haber dicho tal vez ‘cualquier ortografía pasada / fue mejor’. Antes había un sector de la población que no estudiaba y que apenas sabía escribir. Ese sector hoy ha accedido a la enseñanza y, por supuesto, escribe mejor”, explica el académico Salvador Gutiérrez, que fue el encargado de coordinar Ortografía de la lengua española, el polémico volumen de la RAE. “Sin embargo, los que antes estudiaban debían someterse a un largo y duro aprendizaje de corrección idiomática y, como consecuencia, su ortografía alcanzaba un nivel mucho más elevado que el que tienen los que, por ejemplo, acceden hoy a la Universidad”.

“El problema no es solo de ortografía. También, o más, de prosodia. Es decir, la organización de la sintaxis: los puntos, las comas… Entiendo “baca”, pero puedo no entender el discurso si no se organiza bien. Es difícil de marcar, pero no se esfuerzan”, plantea Flor Salazar, profesora de Filología Hispánica en la Universidad Complutense. “Por ejemplo, está muy de moda no poner las sangrías después del punto y aparte. Hemos copiado a los anglosajones y eso tenía su utilidad”, prosigue. “Yo, cuando era pequeña, todos los días hacía una redacción. Y es lo que deberían de hacer ahora.

Redacción, redacción, redacción. Recuerdo a una compañera de facultad que, hace 40 años, tuvo un cero por escribir disminutivo”.

Amparo Medina Bocos, profesora jubilada de Lengua en secundaria, remarca también la importancia de las tildes. “No es lo mismo ‘revólver’ que ‘revolver,’ pero está socialmente mejor visto que escribir vailar. Hemos caído en la dejadez. En la calle lees cafeteria y antiguedades. Nada”.
Fuentes: Barómetro de hábitos de lectura 2012 (FGEE) y Estudio Internacional del Progreso en Comprensión Lectora (PIRLS 2011). / EL PAÍS

“Si un estudiante escribe que la toma de la Bastilla tuvo lugar en 1787 es probable que no obtenga un sobresaliente, aunque quizá tampoco un suspenso. Pero si escribe que la toma de la Bastilla tuvo lugar en 1987, o —como parece que escribió una vez cierto estudiante— que lo que tuvo lugar en 1789 fue la toma de la Pastilla, entonces no necesita una calificación, sino en rigor un aviso de que no ha llegado a ponerse en condiciones de ser calificado en un examen de Historia”, opina José Luis Pardo, catedrático de Filosofía en la Complutense. “Creo que este es el mismo caso de las faltas de ortografía (cuando son graves): no es lo mismo si un alumno de primero de Filosofía escribe Witgenstein con una ‘t’ de menos que si escribe el dever ser con uve. Hay que suspenderle, claro está. No hay otra manera de hacerle notar que no cumple las condiciones, pero conviene que se entere de que ha suspendido no por falta de conocimientos, sino por no reunir las condiciones previas necesarias para poder ser calificado”. “Es como si en la escuela de ingenieros se preguntasen si hay que ser exigentes en la construcción de puentes o si se debe levantar un poco la mano, aunque algunos viaductos se caigan a la primera ventolera”.

Pardo modela a los próximos filósofos y José Manuel Sánchez Ron, en la Autónoma de Madrid, a los que un día serán físicos. Este cuatrimestre el académico de la Lengua ha decidido bajar la puntuación en Historia de la Ciencia, una asignatura optativa, por los fallos “aunque de una manera generosa, no condicionará su aprobado”. “He tomado esta decisión individual a la vista de que no conduce a nada decirles que presten atención porque saldrán mejor preparados”. El primer día de clase, el científico les recuerda la importancia de escribir bien. “Les digo que no soy su colega y, por tanto, que no pueden escribir como un SMS a los amigos”.

El inglés es la lengua franca en ciencias, pero se niega a que se escuden en el argumento de que lo importante es ser capaces de resolver las fórmulas y problemas. “Es la manifestación de un movimiento posmoderno. La ortografía no es un juicio relativo, es una ley absoluta”, dice Ron.
Consensuar que se valore la forma y no solo el contenido de lo escrito no parece fácil. Hace una década un grupo de profesores de Hispánicas en la Complutense propuso al decanato un reglamento común al que ampararse ante las quejas estudiantiles, pero este adujo que el asunto no era de su competencia. “Debe bajarse la nota (incluso hasta llegar al suspenso) cuando se trata de faltas graves y/o muy reiteradas. No debería ser preciso ningún reglamento, como tampoco para ir a clase completamente vestido y calzado o no entrar en el aula con mascotas, y el simple decoro (el sentimiento de vergüenza ante el reproche común) debería bastar para que se inhibieran los infractores”, sugiere Pardo. Aunque, realista, concluye: “Está claro que esto ha dejado de ocurrir, de modo que es preferible que haya una norma común, si fuera posible de Estado, porque esto sería lo más parecido a no tener que estar todo el rato advirtiendo lo que en realidad no haría falta advertir porque es de sentido común”.

Que se lo digan a un profesor de un grado en Comunicación en una prestigiosa universidad pública española enfrentado a sus alumnos por su decisión de rebajar la nota con las faltas. Eso ha supuesto el suspenso de más de uno. “La culpa es de los alumnos, claro, pero también de los docentes. Rebajamos mucho el listón y obviamos la necesidad de subrayar que se debe escribir correctamente en cualquier caso, pero más en el nuestro, porque somos profesionales de la palabra”, sostiene desde el anonimato. “Algunos alumnos te dicen que se tiene que valorar solo el conocimiento de la materia y no cómo se escriben las palabras porque para eso existen correctores. Pero en las redacciones apenas queda esa figura y ya no hay tiempo para corregir. Y, aunque los hubiera, no sería excusa”.
Este docente esboza un presente y futuro negro en la Universidad: “La comunidad educativa tiene cada vez más miedo a imponerse. Los alumnos se atreven a decir y hacer cosas que en nuestra generación nunca habríamos hecho, y los profesores se asustan —en algunos casos— o, sencillamente, evitan los problemas porque, con la crisis, ven recortados sus ingresos, aumentado su trabajo y lo último que les apetece es enfrentarse a reclamaciones y quejas”.

En la Comunidad Valenciana quieren ponerle coto a las faltas en las PAU (Pruebas de Acceso a la Universidad), eso sí, solo en las asignaturas de Lengua y Literatura II. En la Selectividad se rebajará hasta tres puntos por las faltas (0,25 por las grafías y 0,15 por las tildes), un descuento que llegará a los cuatro en 2015. El recorte es paulatino para dar tiempo a los institutos a que solventen el problema. La reforma de los planes de estudio del Ministerio de Educación prevé también reválidas al terminar la primaria y la secundaria. Dos pruebas externas que quizá obliguen al profesorado a hacer hincapié en la ortografía.

“Terminar con las faltas es complicado porque el resto de profesores consideran que es un tema de Lengua que no les compete y no bajan la nota”, lamenta Javier López, periodista de formación y docente de Lengua en el instituto Serranía de Alozaina (Málaga). Existe también la queja inversa: ¿si no le suspende el de Lengua, cómo lo voy a hacer yo en Historia? “El español no es patrimonio de los profesores de Lengua. Es de todos. Y cada uno en su ámbito tiene que enseñar su léxico y en clase de Matemáticas no puedes dejar que un niño escriba hangulo. No puedes”, razona Medina Bocos.
Hace tres cursos, López, de 37 años, comenzó a ser profesor de Lengua y Literatura y le sorprendió “una didáctica del siglo XIX en el XXI”. En su opinión, para mejorar la ortografía “ya no sirve, como funcionó con generaciones anteriores, hacer dictados o copiar muchas veces una palabra mal escrita”. Él mantiene contacto a través de las redes sociales con sus alumnos y les obliga a expresarse con corrección. “Cuando escribías una carta te esforzabas, aunque fuese a un amigo, porque era algo de lo que quedaba constancia y decía mucho de ti. Por eso quiero que entiendan que en Tuenti o en Facebook también se puede escribir bien y tienen que elevar el registro. La relación alumno-profesor no puede ser la misma que entre ellos”. López saltó a los medios con su campaña Tu ignorancia me alimenta. “Por cada falta que le restaba puntos en el examen tenían que traer un producto si querían recuperar la nota”, recuerda. Y así donaron 500 kilos de comida.
No todo son malas noticias. Hay una minoría muy preocupada por la lengua. Lo constatan en el departamento de dudas de la RAE, Español al Día, que recibe un centenar de preguntas diarias. “Cada vez más gente accede a la educación media y superior y un buen dominio de la herramienta lingüística es imprescindible para acceder a puestos de trabajo cualificados. También ahora hay más medios para obtener información y resolver cuestiones lingüísticas, como los diccionarios de dudas o servicios como el nuestro, que permiten a los hablantes obtener respuesta a sus preguntas sin tener que buscarla por sí mismos en manuales de gramática u obras de referencia, a menudo, difíciles de entender y digerir”, cuentan.

El descrédito del uso del lenguaje es tal que unas oposiciones a Policía Municipal en Las Palmas de Gran Canaria levantaron polvareda el año pasado por esta razón. Cien candidatos denunciaron ante el registro del Ayuntamiento la prueba ortográfica que solo aprobaron 17 de los 168 opositores. La prueba consistía en descubrir los fallos de 22 frases en 10 minutos. La cuestión es: ¿debe el Estado bajar el nivel requerido? “No es que las instituciones hayan de ser severas, sino justas”, matiza Gutiérrez, también catedrático de Lingüística en la Universidad de León. “Los que desean acceder a un puesto de la Administración no solo han de conocer los asuntos que atañen a la plaza a la que concursa, sino también a la lengua en que se expresan. Si los policías tienen que redactar informes o levantar actas, han de demostrar en la oposición que pueden hacerlo de forma correcta”.
El filósofo Pardo no da crédito: “Denuncian al Estado los infractores de la norma más elemental para la convivencia (el uso respetuoso y compartido de la lengua), pero si el Estado permitiese las infracciones, que es lo que sí sería un delito atroz y una dejación escandalosa, nadie pondría una denuncia. Todo un ejemplo de moralidad pública”. Y se muestra categórico: “Los organismos no deben dejar de castigar a los infractores de la ortografía como no dejan de hacerlo con los infractores de las normas de tráfico”.

Con la reforma educativa del ministro Wert, los alumnos de secundaria recibirán un 25% más de clase de Inglés, Matemáticas y Lengua. Quizá entonces el drama de las faltas se acabe o, al menos, se aminore. De alcanzarse este objetivo, será el adiós al hit del momento: ola k ase.




Holiday traditions

This week I thought it would be fun to talk about one of my favorite holiday traditions in the US. Every year, many elementary school classes, businesses, and families sign up to adopt a needy family for Christmas. This tradition is run through local branches of the Salvation Army. The Salvation Army is an organization that helps distribute donated clothing and food to those in need throughout the year by. 


Here is a link to the website for the St. Louis, Missouri branch, which explains a little more about the tradition.


Happy holidays!

domingo, 20 de diciembre de 2015

Zenobia Camprubí :FRASES Y PENSAMIENTOS


“La vida es vana, / Un poco de amor, / Un poco de odio, / Y luego buenos días…

(“Brindo por ti, amor / Brindo por mi amor por ti, amor / Brindo por las hazañas que haré, amor / Para mostrar que mi amor es verdadero amor”). O de sueños idos (“Qué cosa hermosa hubiera sido tener un hijo. / Despertar de la siesta con la sorpresa tierna de su / Tenderse serena a soñar en el placer de su éxito, abrazo logrado…”).

“Es el actor no la acción, / Lo que cuenta en cada actuación. / Los poetas en este mundo son más raros / Que los artistas aunque los últimos sean más bellos. / No soy un poeta, como ves / sino / Zenobita Camprubí”

Voy deprisa por el mundo llena de risa y de amor a todo el que me lo pide, risas y besos le doy.

No tiene sentido que me sacrifique en balde por el egoísmo de él. Llorar le quita a una todas las energías.

Ayer por la tarde me desplomé con un ataque de neuralgia como resultado de haber cedido, renunciando a la idea de hacer lo que yo quiero.

[7 de enero de 1940] Se me vino encima la vida entera y la anulación gradual de mi personalidad en todo lo que no sea ayuda para los objetivos de J. R. y sobre todo la idea de que cuando J. R. quiere algo siempre estoy dispuesta a hacer sacrificios para que él pueda tenerlo, mientras que cuando yo quiero algo, aunque sea la cosa más mínima, si implica cooperación de su parte, basta que yo lo quiera para que él quiera lo contrario.

Zenobia Camprubí

Zenobia Camprubí: una heroína en la sombra

La esposa de Juan Ramón Jiménez se impuso la obligación, como un destino, de buscarle el bienestar. Su gozoso tormento consistió en atemperar su admiración por el poeta al carácter agrio y enfermizo del hombre que no hacía sino cortarle las alas

MANUEL VICENT 1 ENE 2011
Basta con verlos juntos a Zenobia y a Juan Ramón en cualquier retrato para percibir que aquella pareja tan dispar debió de convivir de forma muy atormentada pese a su educada compostura. En las fotografías de la época, los años de entreguerras, ella aparece con un diseño de señorita americana, siempre sonriente, rodeada de amigas de la buena sociedad, sombreros blancos, pantalones de pliegues, cintura de Coco Chanel, zapatos con hebillas y un gesto por el que se le escapaba un alma feliz. En cambio, el poeta trasmite una sensación adusta, con el aire ensimismado, vestido de oscuro, la barba negra, triste el gabán, la mirada aviesa, el rostro cetrino, una figura que en su tiempo El Greco habría incorporado como personaje al entierro del conde Orgaz.
El padre de Zenobia era un fino ingeniero catalán, Raimundo Camprubí, quien durante uno de sus trabajos en San Juan de Puerto Rico conoció a Isabel Aymar, la que sería su mujer, de ascendencia mitad italiana mitad estadounidense, de una familia mercantil adinerada, bilingüe en castellano y en inglés. Zenobia Camprubí nació en 1887, en Malgrat de Mar, un pueblo de la costa catalana donde sus padres pasaban las vacaciones en el verano. Era la mayor de cuatro hermanos, todos educados en Harvard. Zenobia fue instruida por tutores particulares en Barcelona y a los nueve años la madre, recién divorciada de un marido vicioso del juego y arruinado en la Bolsa, se llevó a su hija a Nueva York. Zenobia vivió a expensas de la familia materna. Estudió en Columbia, fue inscrita en el Club de Mujeres Feministas, comenzó a escribir cuentos, participó en actividades culturales y filantrópicas según el más riguroso estilo de las élites neoyorquinas. Regresó a España en 1909 y con ese mismo espíritu liberal se instaló la joven con su madre en Madrid donde en compañía de matrimonios americanos asistía a conferencias en la Residencia de Estudiantes, en el Instituto Internacional de Señoritas fundado por Susan Huntington, en el Lyceum Club junto con Victoria Kent y se dejaba ver en las fiestas que daban los Byne en su piso de la calle de Gravina. En una pensión con pared contigua a esa casa vivía Juan Ramón Jiménez, y una noche a través del tabique de su habitación el joven poeta oyó al otro lado una risa femenina que le subyugó, de la cual no lograría evadirse en mucho tiempo.
Juan Ramón Jiménez procedía de una familia de pudientes vinateros de Moguer y probablemente había sido un niño feliz, también de risa clara, pero muy pronto aprendió a hacerse el enfermo para conseguir toda clase de mimos de criadas y nodrizas y salirse siempre con su voluntad. Creció rodeado de atenciones y cuando en 1900 llegó a Madrid con 19 años ya había dado señales de ser un poeta superdotado, bajo la influencia de Bécquer y de Rubén Darío. Pero no se trata aquí de analizar su obra poética, sino de saber cómo se produjo el choque y ensamblaje entre aquellas almas tan dispares.
Juan Ramón ya había pasado por algunas crisis nerviosas, que se acentuaron cuando en 1901 falleció su padre, una muerte que pocos años después acarreó la ruina económica a su familia. Durante la adolescencia se había permitido todos los caprichos de estudiante rico en Sevilla e incluso pudo aliviarse de una neurosis depresiva en el sanatorio de enfermedades mentales en Castell d'Andorte, en Burdeos, a cargo de un doctor afamado. En este establecimiento desarrolló sus primeras dotes de artista enamoradizo seduciendo a algunas enfermeras. Después en sucesivas recaídas que pasó en la clínica del Rosario en Madrid llegó incluso a enamorar a una monja, unas aventuras eróticas que trasladó a sus versos. Se trata de saber cómo este ser de alma melancólica, huraña y abstraída pudo darle alcance a una caza tan selecta y risueña como era Zenobia.
A partir de 1911 Juan Ramón ya era un poeta admirado. Vivía en la Residencia de Estudiantes y allí acudió la paloma una tarde de primavera. El poeta la abordó al final de una conferencia y la risa de la muchacha ante sus requiebros le recordó a la que había sonado aquella lejana noche de fiesta a través del tabique de la pensión. Cuando el poeta supo que aquella carcajada procedía de la misma alma quedó rendidamente enamorado, pero ella se mostró esquiva a sus requerimientos, un poco antiguos y formales. Juan Ramón comenzó a acosarla con versos cada vez más puros, más encendidos, más directos, que la obligaron a huir a Nueva York como última resistencia y hasta allí la siguió el poeta. La obsesión llegó hasta el punto de tener que casarse con él, hecho que sucedió en la iglesia católica de St. Stephen en marzo de 1916. Durante la travesía en barco por el Atlántico, Juan Ramón descubrió el mar, un golpe tan contundente como el que le produjo el amor. De esa experiencia salió uno de sus mejores libros, diario de un poeta recién casado, la ida y vuelta de un fino alcotán en busca y captura de su amada, el viaje de novios a Boston y el regreso a España con todos los vaivenes del corazón.
A partir de ese momento el gozoso tormento de Zenobia consistiría en atemperar su admiración por el poeta al carácter agrio, enfermizo y atravesado del hombre que no hacía sino cortarle las alas. Juan Ramón no hallaba inspiración sino en la quietud y el silencio. El poeta hilaba los versos de oro en una habitación acolchada sin poder soportar a su alrededor ni siquiera las risas de Zenobia con sus amigas y para mantenerlo incontaminado e inmune a las adherencias de la vida vulgar la mujer se impuso la obligación, como un destino, de buscarle la subsistencia. Montó una tienda de objetos populares conseguidos de anticuarios de los pueblos de Castilla, se dedicó a decorar apartamentos para alquilarlos a diplomáticos extranjeros y ella misma fregaba las escaleras. Cuando le preguntaban por Zenobia, el poeta contestaba no sin cierta displicencia: "Por ahí anda, entretenida con sus pisos". Después de traducir a Tagore al inglés la mujer había dejado de escribir. Había sacrificado el propio talento literario al de su marido, sin duda más elevado, y en adelante se limitó a enmascarar la amargura que le producían sus continuas depresiones con la propia alegría innata, siempre dispuesta a levantar el ánimo de aquel ser misántropo que le había tocado en suerte.
A partir del exilio de la Guerra Civil Zenobia comenzó a escribir sus diarios, que inició en La Habana en 1937 y que ya no dejó hasta pocos días antes de su muerte. En sus páginas escritas en inglés y en castellano da cuenta de sus quehaceres cotidianos, zurcir la ropa, recibir clases de cocina, ahorrar hasta el último centavo, salir de compras, visitar las cárceles, enseñar a leer y a escribir a las presas mientras Juan Ramón se pasaba el día tirado en la cama. "A Juan Ramón no se le puede dejar solo en absoluto. ¡Él es queridísimo aunque me vuelva loca!". Un día tiene que comprar un hornillo eléctrico porque J. R. tiene frío por la noche y le dura hasta la mañana, otro día ya no puede más y está dispuesta a abandonarlo. Reconoce que haber nacido con la disposición de J. R. ante la vida es un serio problema para su vitalismo porque él solo encuentra alivio parcial en el aislamiento. De La Habana a Nueva York, luego a Miami, hasta recalar en Puerto Rico solo para que se sintiera a gusto al oír el sonido de su idioma. Zenobia se había llevado al exilio un cáncer contraído en 1931. Fue operada en Boston. En las sucesivas recaídas ya no pudo ser atendida por los médicos amigos. Prefirió seguir a Juan Ramón, vencida su última rebeldía. Murió en la clínica Mimiya de Santurce en San Juan de Puerto, el 28 de octubre de 1956, tres días después de enterarse de que le habían concedido el Premio Nobel a su marido. Antes, en el lecho de muerte, con una rosa blanca en la mano había dado las instrucciones oportunas para el bienestar futuro de su poeta

fuente: elpaís

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ Y LA ORTOGRAFÍA



“Se me pide que escriba algo en "Universidad" sobre mis ideas ortográficas; o mejor dicho, se me pide que esplique por qué escribo yo con jota las palabras en “ge”, “gi”; por qué suprimo las “b”, las “p”, etc., en palabras como “oscuro”, “setiembre”, etc., por qué uso “s” en vez de “x” en palabras como “excelentísimo”, etc. Primero, por amor a la sencillez, a la simplificación en este caso, por odio a lo inútil. Luego, porque creo que se debe escribir como se habla, y no hablar, en ningún caso, como se escribe. Después, por antipatía a lo pedante. ¿Qué necesidad hay de poner una diéresis en la “u” para escribir “vergüenza”? Nadie dice “excelentísimo” ni “séptima”, ni “transatlántico”, ni “obstáculo”, etc. Antiguamente la esclamación “Oh” se escribía sin “h”, como yo la escribo hoy, y “hombre” también. ¿Ya para qué necesita “hombre” la “h”; ni otra, “hembra”? ¿Le añade algo esa “h” a la mujer o al hombre? Además, en Andalucía la jota se refuerza mucho y yo soy andaluz .[...]

En mi casa de Moguer había un hermoso “Diccionario de Autoridades de la Academia Española”, en dos grandes tomos (...) que era un tesoro para mí. En él lo encontraba todo fatalmente y mejor que en ningún otro libro; todo conciso y suficiente. Era un modelo de enciclopedia. Desde niño me acostumbré a leer con j y s... También tenía mi padre, entre sus libros heredados de su hermano Eustaquio que murió en Francia, una edición de Larra (París, etc.) que yo me apropié desde mis 15 años, y en ella se usaba la misma ortografía que en el diccionario. A mí me parecía aquello tan natural, aquella ortografía se acomodaba tan bien a la prosodia moguereña, que no vacilé en aceptarla como buena. Al principio no la usaba en mis libros porque yo no tenía autoridad para imponerlo en las imprentas: los regentes no me hacían caso o protestaban indignados (...). Pero me acostumbré a ello tanto que luego fue imposible y casi desagradable lo otro. Por fin me decidí a usarla en Washington en 1949 (...) en mis “Poesías escojidas” (New York, etc.). Cuánta tontería se escribió sobre ello. E. Dic. dijo que un libro de poesías no era apropiado. Yo contesté que sí.

Yo leí a “Fígaro” por primera vez en una preciosa edición que aún poseo, impresa en París con esta misma ortografía que yo uso. Un tío mío, hombre de gran cultura y viajero incansable, y quien me legó una parte de su hermosa biblioteca. Escribía así y me pidió que yo lo hiciera; y, como me gustaba, lo hice. De modo que, como me acostumbré a escribir así desde niño, me pareció absurdo escribir de otra manera. Mi jota es más higiénica que a blanducha “G”, y yo me llano Juan Ramón Jiménez, y Jiménez viene de “Eximenes”, en donde la “x” se ha transformado en jota para mayor abundamiento. En fin, escribo así porque yo soy muy testarudo, porque me divierte ir contra la Academia y para que los críticos se molesten conmigo. Espero, pues, que mis inquisidores habrán quedado convencidos, después de leerme, con mi explicación y, además, de que para mí el capricho es lo más importante de nuestra vida. Emerson había escrito “fancy” en la puerta de su cuarto de baño”.

comentario Radiofónico del libro Modelos de Mujer


miércoles, 16 de diciembre de 2015

Comment avoir des fins de mois moins difficiles ? Consommer moins d'électricité et réduire sa facture EDF


les ampoules à leds remplacent peu à peu celles à économie d'énergie, l'une et
Les ampoules à leds remplacent peu à peu celles à économie d'énergie, l'une et l'autre dévorent moins d'électricité.
Diminuer sa consommation d'électricité est l'un des plus efficaces et durables moyen pour faire des économies. Parmi les bonnes pratiques : opter pour les leds ou les ampoules à économie d'énergie, privilégier les douches aux bains, laver le linge peu sale à 30°C, choisir des appareils de chauffage munis d'un thermostat, changer le vieux radiateur électrique, mettre un détecteur de présence ou un timer pour éviter qu'une lumière flambe pour rien...

Opter pour des billets de train d'occasion                                                                          

les sites de revente de billet de train ne peuvent pas proposer un prix

Les sites de revente de billet de train ne peuvent pas proposer un prix supérieur à celui indiqué que le billet. 
Lorsqu'il s'agit de réserver un billet de train en dernière minute, les prix sont souvent exorbitants, en particulier sur les longs trajets et le TGV. Si vous vous retrouvez dans cette situation, pensez à consulter des sites comme Troc des Trains, Ze Pass ou Passetonbillet. Ces sites web mettent en relation des personnes qui cherchent un billet et celles qui cherchent à s'en débarrasser à bas prix. L'intérêt est que ces billets sont bradés.


Profiter des bons de réduction proposés par les magasins ou sur les produits

vous pouvez récolter les bons de réduction sur les catalogues des marques, sur
Vous pouvez récolter les bons de réduction sur les catalogues des marques, sur les tickets de caisse ou sur les produits.
Pour réduire vos dépenses pour vos courses, pensez à vous munir de bons de réduction. Vous pouvez les récolter directement dans les magasins mais aussi sur les sites des marques, comme Danone ou Leclerc ou sur des sites dédiés aux bons de réduction. Attention, les bons de réduction s'appliquent surtout aux produits de marque qui restent plus chers que ceux des distributeurs. Mais c'est justement une belle occasion de se faire plaisir.
 



Utiliser l'autopartage pour diminuer son budget auto

le système de l'autopartage permet de bénéficier d'une voiture en ville sans
Le système de l'autopartage permet de bénéficier d'une voiture en ville sans avoir à en acheter une, une sacrée économie ! 
L'idée de l'autopartage ? Disposer d'un véhicule uniquement au moment où l'on en a besoin. A l'image des réseaux de location de vélos dans les grandes villes de France, les véhicules sont en libre-service dans des stations dédiées. Il peut exister plusieurs réseaux d'autopartage autour de vous.



Recourir au dépôt-vente pour se meubler à moindre coût

tout achat en dépôt-vente est couvert en cas de vice caché.
Tout achat en dépôt-vente est couvert en cas de vice caché.
Le principe de l'achat en dépôt-vente ressemble à celui du vide-grenier dans la mesure où le but est d'acheter d'occasion donc à moindre coût. La différence est qu'il existe un intermédiaire entre le vendeur et l'acheteur : la société de dépôt-vente, qui touche une commission pour son activité. Selon les magasins, vous pouvez y trouver des vêtements, des objets, des meubles... Des défauts peuvent exister mais ils sont moindres que dans une brocante et vous disposez d'une garantie d'après-vente.

Partageons d'autres  idées.

martes, 15 de diciembre de 2015

French MPs vote to force supermarkets to give away unsold food


This week I thought it would be interesting to hear your opinions on the law that just passed through France's federal government. The law will force supermarkets to donate all unsold food to those in need, instead of throwing it away in the trash. It seems like a great idea to me, but I have seen some good points being made such as the following:

"In most places in Europe and North America where this "food waste" is a problem relative to hunger among the needy, it is actually due to regulations in place against donating expired packaged foods and/or or "day-old" fresh foods to shelters, food banks, and other charities. It's not that food retailers just love throwing away perfectly edible food and need to be forced by the government to do the right thing and give it to the needy--it's that the government was previously making it very hard or impossible for them to do so. Now in France they have changed from standing in the way of the practice, to forcing the practice, and of course they want to morally grandstand about having made a huge measure to feed the needy as if it wouldn't have occurred otherwise."

Arash Derambarsh, centre, a local councillor who campaigned for the anti-waste law


Here is the link to an article with more information on the law: