Yasmina Reza: «Lo que define a un creador es la libertad»
La autora de «Arte» conversó con Miguel del Arco, director de la producción española de la obra actualmente en cartel, sobre el texto, el teatro, el compromiso político o la creación artística
Aquella anécdota se convirtió en una de las obras de mayor éxito internacional de las últimas décadas: «Arte», que actualmente se ofrece en El Pavón Teatro Kamikaze, interpretada por Roberto Enríquez, Cristóbal Suárez y Jorge Usón, bajo la dirección de Miguel del Arco. Con él conversó ayer, en el propio escenario de la función, la dramaturga francesa; en la charla, Yasmina Reza destiló alguna de sus lúcidas ideas acerca de la creación literaria, de la situación actual del teatro, el compromiso político y, naturalmente, de la que es su obra más popular -ha sido traducida a más de una treintena de idiomas y es la pieza contemporánea más representada-. «No me importa que me relacionen con esta obra solamente -reconoce-; por fortuna, otro de mis textos, “Un dios salvaje”, también tuvo mucho éxito -aquí no hubo una buena producción, pero en otros países sí- y popularmente no soy autora de una sola obra. De todos modos, me siento más cercana a otras piezas mías más atmosféricas».
Sonríe abrumada cuando escucha de labios de Miguel del Arco que «Arte» es «un clásico contemporáneo». «Es algo injusto -dice la dramaturga-; sobre un texto tiene que pasar el tiempo para ser considerado un clásico. Lo es cuando cien años después de escrito sigue siendo contemporáneo». Sin embargo, algo de razón debe tener Del Arco cuando la autora revela que la obra se estudia en los institutos franceses, en una edición especial para alumnos que incluye preguntas sobre el texto que ella misma, confiesa, no sabe contestar.
Una tragedia
Yasmina Reza, sin embargo, no tiene dudas cuando se le pregunta si «Arte» es «una comedia o una tragedia». «Una tragedia», responde rotunda, y a continuación explica lo que ella entiende por humor -la obra siempre provoca carcajadas en el público-: «ser sensible al ridículo de las cosas; no es el gag ni el chiste; es el exceso, dar un paso adelante, y en mis obras se ríen, creo, por esto». Y es una tragedia porque la obra habla, según su autora, «del desgarramiento de una amistad, y eso es verdaderamente trágico». Por ello, reconoce, le gusta la versión dirigida por Miguel del Arco. «Se pone el acento en ese aspecto. “Arte” habla de una pasión amorosa, no de una amistad distante; en esta función hay celos, hay posesión, hay cambios de bando... La amistad no es tranquila, es una pasión feroz».
No todo fueron parabienes para la obra, sin embargo, el día de su estreno. Yasmina Reza recuerda que se le tachó de misógina, «porque los protagonistas son tres hombres y las mujeres de las que se habla salen mal parada; pero es que yo partía de un hecho real y de tres hombres reales, que hablaban así de sus mujeres». Tampoco en el universo del arte contemporáneo fue muy bien acogida, por la crítica -bastante evidente- que se hace del esnobismo que existe en este mundo. «En Francia me tacharon de reaccionaria; sin embargo, en Estados Unidos varios museos y galerías regalaban entradas a sus clientes y me invitaban a sus exposiciones».
Precisamente del estreno en Nueva York cuenta Yasmina Reza una anécdota que le ayuda a ilustrar una cuestión acerca de la «propiedad» de las obras teatrales al subir a escena. «El éxito que la obra tuvo en Londres, donde se presentó traducida por Christopher Hampton (el autor de «Las amistades peligrosas») hizo que se estrenara en Broadway. Se hizo una lectura con los actores para “americanizar” la versión –narra la dramaturga-; teníamos todos el original francés y la traducción inglesa, que es la que se leyó. Alan Alda, que habla francés, hacía sugerencias para la adaptación americana muy divertidas; yo las aceptaba encantada, pero Christopher Hampton decía que no, que no era lo que yo había escrito. ¿Quién puede saber mejor que el autor lo que ha escrito? Él insistía. Volvimos luego al hotel y tuvimos una discusión metafísica sobre a quién pertenecía el texto».
Peligros
A Yasmina Reza no le gusta que la definan como «artista». «Es un término que implica un estatus social que no me gusta; cuando se alcanza acechan todos los peligros. Hay algo en el artista que debería permanecer asocial; debe mirar hacia adentro y mantener siempre un punto de rebeldía, porque lo que define a alguien que crea es la libertad, y eso está reñido con los honores sociales. Por eso no me gustan las entrevistas, no hago televisiones ni firmas de libros: para protegerme. De todos modos, no estoy tan loca como para pensar que soy absolutamente libre».
Toca hablar ahora del compromiso político del creador. Yasmina Reza se muestra igual de contundente que en el resto de la charla. «Estamos en una sociedad política y de hechos; es imposible abstraerse. Todo es posicionamiento, y más en un escritor: todo lo que se escribe es político. Si no, no eres de tu tiempo. Pero creo que los escritores no deben expresar sus opiniones políticas, porque destiñen y condiciona el pensamiento de los lectores».
En los últimos años, Yasmina Reza ha asumido la dirección de sus textos -no descarta dirigir los de otros dramaturgos-. «He tenido la suerte de que mis obras han sido montadas por grandes directores, pero con el tiempo me he dado cuenta de que quería ofrecer mi propia visión de mis textos; me encanta dirigirlos. Es una continuidad de la escritura; en ese momento no trabajo como autora, sino como cualquier otro director, pero tengo el ritmo de los textos, y así se lo marco a los actores».
Actriz
Ella misma fue actriz, y piensa que haber pisado el escenario ha sido «fundamental» en su trabajo como autora y como directora -y coincide con ella Miguel del Arco-. «No hubiera escrito teatro como lo he hecho si no conociera el ritmo, los silencios... Mi experiencia como actriz me ha llevado en muchas ocasiones a quitar palabras».
Actores y director, precisamente, son la piedra angular del teatro, dice Yasmina Reza, tirando una piedra sobre su propio tejado. «Un buen texto en manos de malos actores y un mal director puede convertirse en una función atroz, pero unos grandes actores y un buen director pueden hacer un gran espectáculo con un mal texto».
Ahora, Yasmina Reza es una autora consagrada y sus obras tienen la publicación y el estreno garantizados antes incluso de ser escritas. Pero no fue igual al principio. «Los comienzos en el teatro son extremadamente difíciles, y ahora más todavía. La tendencia general del teatro hoy en países como Francia o Alemania -no conozco el caso de España- es de hacer espectáculos sin textos dramáticos. El autor dramático vivo molesta; cuando está muerto ya no, porque se le puede cortar, reescribir... Ahora mismo se presenta un Chéjov en el Odeón de París que apenas tiene un puñado de palabras de Chéjov. Una obra de teatro no es ya necesaria para hacer teatro.
fuente: ABC
Yasmina Reza: “El éxito no es una confirmación del talento”
La dramaturga francesa habla sobre su teatro, el oficio de escribir y su familia judía, felizmente desenraizada
Yasmina Reza (París, 1959) parece incómoda con el éxito que le llegó siendo apenas treintañera y que no le abandona. Hoy, con 53 años, es una autora consagrada que ha recibido los principales premios de teatro, en Francia, Reino Unido y Estados Unidos, y que ha visto ampliadas sus audiencias gracias a la versión cinematográfica de Un dios salvaje, realizada por su amigo Roman Polanski. Reza se niega a analizar y a explicar sus obras, en esta entrevista que concede coincidiendo con la aparición en español en un único volumen de Tres versiones de la vida y Una comedia española, publicados por Alba en su colección Artes escénicas/Textos, en la que ya se ha editado Un dios salvaje. La escritora responde por Internet a un cuestionario de preguntas del que pide se excluya cualquier alusión a las pasadas elecciones francesas. Celosa de su imagen, Reza escoge también la fotografía que ilustrará el texto.
Yasmina Reza escribió Arte, su primer gran éxito internacional, en seis semanas, en 1994. ¿Le costó digerir la fama o podríamos decir, parafraseando a Giulio Andreotti, que el éxito desestabiliza al que no lo tiene?
—El éxito no es, evidentemente, un acontecimiento que se pueda aceptar de manera neutra. Es algo que “desestabiliza” en el sentido literal del término, como todo deseo que llega a realizarse. El éxito provoca muchos malentendidos. Entre la gente que te admira, muchos lo hacen por razones que, en tu opinión, no son las correctas. Esa es la razón de que no proporcione seguridad. Nunca he pensado que el éxito sea una confirmación del talento.
No todas las obras de Reza —que ha explorado también la novela con Hammerklavier, Una desolación o Adam Haberberg— han sido éxitos fulminantes. Sin embargo, hay pocos casos en la literatura actual en los que un autor sintonice de una manera tan rotunda con el público en diferentes formatos. Reza demostró dominar el relato periodístico con su libro El alba la tarde o la noche, sobre el expresidente francés Nicolas Sarkozy, al que siguió durante toda la campaña previa a las elecciones de 2007. Un libro que se vendió en Francia como rosquillas. Su retrato no totalmente negativo de Sarkozy, como ella descendiente de inmigrantes judíos, no gustó demasiado a la izquierda.
Los grandes actores no dejan de sorprenderme. Me asombran, van más allá de lo que yo esperaba”
Pero es el teatro, y su retrato de las clases medias acomodadas y aparentemente triunfadoras y civilizadas, lo que le ha convertido en un nombre de referencia. Piezas que indagan en las trampas de la existencia, como Tres versiones de la vida, escrita en 2000, que trata de los sacrificios que exige la sociedad al que quiere llegar a lo más alto. ¿Puede el talento evitar esa servidumbre? “Es difícil responder de una forma general. En lo que me concierne, no he tenido en cuenta nada más que mi cabeza”, responde la escritora. “Nunca he escrito nada que no hubiera nacido de un deseo personal. He sido muy solicitada, pero creo que me resulta más fácil decir no que sí”.
Reza no exagera. Desde mediados de los años noventa ha sido cortejada por multitud de directores, ansiosos de llevar sus obras a la escena, o al cine. En Estados Unidos se la presentó como una mezcla de Molière y Woody Allen. Una combinación que ni siquiera toma en cuenta. “No tengo una mirada analítica sobre lo que hago. Mis textos puramente literarios no tienen nada que ver con esas comparaciones”, dice. Tampoco es partidaria de dar nombres cuando se le pregunta por los autores que prefiere. “No me gusta citar a escritores contemporáneos porque siempre que lo hago, enseguida pienso ¡oh, me he olvidado de aquél!”.
Incómoda con su perfil de triunfadora, reforzado con el estreno de Un dios salvaje, escrita por encargo y en pocas semanas, en 2006, se niega a abordar el tema cuando se le pregunta cómo ha conseguido conquistar a los espectadores de medio mundo. “No lo sé. No lo percibo así”. ¿Tendrá algo que ver con su capacidad de describir personajes de un mundo global? ¿Acaso no podrían ser, aparte de parisienses, londinenses, neoyorquinos o madrileños los tres amigos de Arte, o las dos parejas de Un dios salvaje?
—Sinceramente, no me corresponde a mí contestar eso. No soy socióloga. Y me niego a ser una comentadora parásita de mis escritos.
Su éxito internacional fue visto con cierta suspicacia en Francia. En 2009, en declaraciones a The New Yorker, se quejó de los periodistas de izquierdas “en cuya opinión el éxito es de derechas”. ¿Quizás les molesta su desprecio por la intelectualidad francesa?
—Perdone, pero de nuevo me resulta difícil contestar, porque la situación es complicada y está evolucionando. El éxito, en Francia, pero creo que también en otros países, es percibido, a veces, erróneamente, como falta de integridad. Usted me asocia con el éxito porque me habla de textos que han dado la vuelta al mundo. Pero también he escrito cosas que me gustan tanto o más, que han funcionado de una manera más modesta. Por otra parte, siempre me las he arreglado para no ser prisionera de un solo género. No desprecio a los intelectuales lo más mínimo. Al contrario. Pero no tenemos el mismo oficio. El intelectual se ocupa de pensar el mundo, intenta descifrarlo, acosa una verdad oscurecida. El escritor critica el mundo, lo interpela, busca su propia verdad que no tiene el menor valor de ejemplo. El escritor no es un intelectual.
Un aspecto fundamental de sus obras es que sus personajes no son buenos ni malos en estado puro. Solo personas comunes. Simples ciudadanos, miembros de una sociedad desarrollada, más proclives quizás, por ese motivo, a sufrir episodios de violencia. “No. El principio de la civilización, de todas las civilizaciones pasadas y presentes, es contener la violencia, el salvajismo inherentes al hombre”, precisa la autora.
Podría pensarse, leyendo sus obras, que Yasmina Reza está más interesada por el universo masculino que por el femenino. “Durante mucho tiempo me sentía más protegida creando personajes masculinos. Pero desde hace años ya no es el caso”, aclara ella. “Mi última obra, Comment vous racontez la partie (Cómo cuenta usted la partida), tiene como heroína a una mujer. Una comedia española explora más a las mujeres que a los hombres”.
En Una comedia española habla de actrices, un territorio que conoce bien Reza, que estudió interpretación en la escuela Jacques Lecoq de París, y ha probado varias veces lo que se siente sobre un escenario. Una experiencia que califica de “esencial”, en su obra. “No habría escrito nunca de la manera que lo hago, en mi opinión muy económica, si no hubiera tenido la experiencia de la interpretación. Escribo dejando un hueco muy importante a los silencios, al subtexto, a todo lo que acompaña a las palabras y puede ser utilizado por el actor”. En cuanto a los actores, declara su “afecto” sin fisuras por su trabajo. “Les debo mucho. Pienso en ellos cuando escribo teatro. Les doy lo que me parece mejor para la interpretación futura, pero los grandes actores no dejan de sorprenderme. Me asombran, van más allá de lo que yo esperaba. He tenido la suerte y el privilegio de ver mis obras interpretadas por grandes actores en diferentes idiomas. Siempre me han enseñado mucho. Incluso sobre el sentido profundo de mi escritura”.
Y sin embargo, abandonó con gusto una profesión que ha calificado de “desastrosa” por el grado de dependencia que conlleva. Reza, madre de dos hijos, Alta, abogada penalista de 23 años, y Nathan, aspirante a cantante, de 19 años, nacidos de su relación con el cineasta Didier Martiny, se ha distinguido siempre por su espíritu independiente y su interés por probar su talento en todos los frentes.
En 2009 dirigió una película, Chicas, basada en Una comedia española. El filme pasó desapercibido, pero la escritora se declara satisfecha. “Me encantó. No tengo la impresión de haber hecho algo diferente de lo que hago normalmente. Tenía la impresión de estar escribiendo de otra manera, con otras herramientas”. Chicas cuenta la historia de una madre, con algunos rasgos de la propia madre de la autora, y de sus hijas. Y es que su familia es un tema importante para la escritora.
“Mis orígenes son muy complejos”, cuenta. “Mi padre era judío de Samarcanda, nacido en Moscú. Mi madre es húngara y también judía. Tengo la herencia doble de los sefarditas y de los asquenazis. Sin embargo, ninguno de los dos era religioso ni interesado en las tradiciones. Mi familia era la quintaesencia de la familia cosmopolita, feliz de no estar cargada de raíces. Lo contrario de lo que la mayoría de la gente busca”. La falta de raíces, el sentirse un poco externa a la sociedad en la que nació (un suburbio de clase media de París), ha marcado su obra. A tenor de su éxito, habría que decir que de manera positiva, pero Reza lo considera irrelevante en su trabajo. “Todo es bueno para un escritor. Funciona con lo que tiene. El escritor no depende en absoluto del contexto. Para un escritor es buena tanto la guerra como la vida tranquila. De todos modos, por definición está mal adaptado”.
fuente: El País
La lectura del libro es una cosa, y otra la representación en vivo y en directo que veré cuando pueda. Pero vamos a lo narrativo una lectura muy fácil que se lee de un tirón; una tragedia con solo tres personajes principales ( amigos) y un solo tema, la compra de un cuadro pintado blanco sobre blanco. (Sergio el comprador)
ResponderEliminarNos representa la sociedad del siglo 21 en los conflictos actuales. El conflicto es inevitable, es parte inherente en las relaciones interpersonales. Por el cuadro y el costo del cuadro, así como en otros temas discrepan y se crea un conflicto interpersonal que se dan las circunstancias de : Diferencias individuales, recursos limitados y diferencia de roles.
Autores, la escena acaba con un dogma de teatro: En el principio era la máscara .
A. Machado
Hay dos máscaras ; la trágica y la cómica.
Que en este caso la máscara tiene la trágica.
En lo narrativo de ARTE de Yasmina Reza, destruye la amistad de amigos.
DIFERENCIAS INDIVIDUALES:
Iván : Trabajó en el sector textil, en la actualidad en una papelería.
Marcos: Ingeniero aeronáutico.
Sergio: Médico dermatólogo.
RECURSOS LIMITADOS :
Iván : El comportamiento Inestable
Marcos : La palabra dicha no vuelve atrás
Sergio: Conocedor de como son las mujeres ( dime de qué presumes y te diré quién eres)
DIFERENCIA DE ROLES
Iván : Conformista
Marcos: Líder del grupo
Sergio: Entendido en cuadros. (Exposiciones de cuadros)
J.M.S
Muchas gracias por tu comentario!
ResponderEliminarVi esta obra hace unos años y me sorprendió entonces,además de su vena cómica ,como califica si autora es trágica,trata de una destrucción poco poco de la amistad
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