martes, 29 de abril de 2014

El Arte de volar en Palencia



Fieles a nuestro encuentro mensual, el Club de lectura palentino, nos reunimos el pasado 25 de Abril, para comentar la novela gráfica de Antonio Altarriba y Kim “El arte de volar”, ganadora del premio nacional de cómic 2010.

En general, esta novela nos ha gustado, nos ha sorprendido y ha caído en gracia.  Y una vez más, todas coincidimos en que si no hubiese sido por la participación en este club de lectura, casi con toda seguridad a ninguna nos hubiese llamado la atención una novela gráfica, y menos, hubiésemos hecho intención de adentrarnos en sus páginas para conocer su historia. 

Destacamos el extraordinario trabajo en equipo de Antonio Altarriba y Kim. El primero como guionista-novelista y Kim como dibujante. Trabajo que se prolongó durante cinco años dedicados a la documentación exhaustiva en numerosos libros, fotografías de la época y recuerdos familiares.

Todas coincidimos en que el tema de la novela en sí mismo, escrito como novela tradicional, hubiese resultado aburrido, manido y repetitivo, reflejando una parte de la historia de España, escrita, contada, reescrita y requetecontada hasta la saciedad. Pero en este caso, la luz que aportan las ilustraciones le dan un brillo especial y hacen de ella una novela entretenida, de lectura fácil, amena y cercana. 

El título “El arte de volar” encierra la gran paradoja de la vida de su padre y de millones de españoles que vivieron la misma época y las mismas circunstancias. Altarriba, encargado del texto, maneja con maestría metáforas, incongruencias, absurdos, barbaridades, engaños y desengaños, mezclados con alguna pincelada de esperanza, anhelo, sueño, alegría, calma, deseo y siempre… espera. 

Los dibujos, que son soberbios, ayudan al texto, lo complementan, lo refuerzan y lo embellecen. Son ilustraciones detalladas y minuciosas que nos permiten igualmente apreciar la ciudad condal como sentir cierto desasosiego cuando el protagonista se va de Peñaflor y se ve el cartel del pueblo, por ejemplo.  

Kim consigue con su ilustre mano que sus dibujos sean el soporte para plasmar la gran metáfora con la que Altarriba juega desde el principio.La novela rebosa metáforas textuales y metáforas visuales. Resulta especialmente significativa, como ellos mismos señalan, el momento en el que un águila franquista enorme, desciende sobre el protagonista y le arranca los ojos y exclama: “que bien, por fin ya no veo nada”. 

El autor dice que nunca entendió por qué su padre volvió a España en los años cincuenta, cuando iba a suponer una amputación ideológica, como así fue; un suicidio ideológico. Morir para seguir viviendo.

Destacamos otras metáforas como los muros que levantan en el pueblo y que son similares a los muros que él siente en su interior al desear marcharse y no poder. Especialmente interesante el topo que le roe las entrañas como las circunstancias le han roído los ideales y las ilusiones.  Y por último, el deseo de volar.  Las alas que le pone al coche que son las que desea tener para buscar otra realidad.

Concluimos que la vida de Antonio Altarriba padre, fue una concatenación de infortunios. Altarriba hijo, consigue con esta novela, al convertir a su padre en personaje de ficción, que sea querido y comprendido por más gente de la que nunca se hubiera imaginado. Durante toda su existencia el protagonista intenta volar mental, ideológica, material y espiritualmente. Y solo es dueño de sí mismo, en el momento en el que salta desde la ventana de la cuarta planta de la residencia en la que vive.

Una vez más, apuramos hasta el último minuto, en un ambiente cada mes más cálido, amigable y risueño y fue como siempre el reloj el que nos hizo cerrar los picos y levantar los culines…. Jajajaja!!
Un placer chicas!
Mari Carmen Diago Egaña

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