Mis manos te andan buscando
para rasgar tu timidez
con violencia de pájaro.
Y me propongo hacer de nuestros versos
cuerpos
que toquen a las seis
zafarrancho de combate.
Tus maletas
siempre listas
amenazan retirada.
Preparo la invasión sin más armas
que las que ya conoces
y extrañas.
Cargo los dedos de municiones.
Afilo las palabras.
Y busco tu trinchera
con la ferocidad del que sabe
que enfrente no tiene un enemigo
si no un semejante.
Nunca acabaste de escribir
el manual con restricciones para amarte
así que el instinto
es único tratado que nos vale.
Cuando se ponga el sol
estaremos
los dos
más vivos que antes.
Carlos Salem
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