Rushdie publica 'Harún y el mar de historias', un cuento infantil
El libro está dedicado a Zafar y es un rico mosaico de aventuras y personajes
en línea con la nuevas formas de fabulacion infantil, en las que los clásicas
tramas de buenos y malos se desarrollan en un marco de personajes y ambientes
complejos. Haroun y su padre, Rashid Khalifa, viven en una ciudad tan triste
que ha olvidado su nombre. Rashid es un fabulador e inventor de historias que
recorre el país contándolas hasta que su mujer, un alma sin imaginación a la
que decepciona la industria de su marido, huye con un vecino que siempre se
preguntaba "para qué sirven las historias que ni siquiera son
verdad".
Rashid,
en quien el lector adulto tendrá dificultades para no ver ocasionalmente al
propio Rushdie, se queda sin palabra. Haroun recorrerá mundos fantásticos en
busca de la palabra y de la felicidad perdidas, qu e logrará devolver a su
padre, junto con su madre, en un cuento con final feliz.
* Este
artículo apareció en la edición impresa del lunes, 24 de septiembre de 1990.
Fuente:
ELPAÍS
HARÚN
Y EL MAR DE LAS HISTORIAS
Por Lola de la Rosa
Con su publicación tras la tormenta mediática (y fanática) provocada por la
archiconocida “Versos Satánicos”, nos encontramos con un retorno de Salman
Rushdie al fabuloso mundo de los cuentos.
Escrita en un tono liso y amable aunque, en ocasiones,
autocomplaciente, la novela cuenta la fantástica aventura en pos de la
inspiración perdida a la que se enfrenta Harún, hijo de un cuentacuentos al que
literalmente han cortado el suministro del grifo de las historias.
Estableciendo una parábola con su situación personal,
el autor relata un viaje desde nuestro mundo, dominado por el espíritu
mercantilista en el que todo lo relacionado con la literatura está condenado a
desaparecer, hacia el planeta del que surgen las historias, un mundo amenazado
por los que promueven el silencio y el fanatismo.
De este modo asistimos a la presentación de coloristas
y variopintos personajes característicos del cuento tradicional matizados con
algún que otro toque socarrón y posmoderno. Fauna onírica dividida entre los
que siguen a la luz y los que adoran la sombra.
A medio camino entre “Alicia
En El País De Las Maravillas” y “Los Viajes
De Gulliver”, lo que podría haber sido el relato de una
dramática guerra fratricida se transforma en una jocosa y satírica batalla en
la que la única baja se llama Silencio. De este modo, el autor, en vez de aprovechar
su posición privilegiada para avivar las diferencias entre los que amenazan
cualquier acto creativo y los que defienden la libertad de expresión, escribe
un emotivo, divertido y plausible alegato a favor de la conciliación y el
entendimiento.
Fuente:
alohacriticon
Harún y el mar de las historias, de Salman Rushdie
Los fans de Michael
Ende encontrarán en este cuento, que Rushdie escribió como regalo para su hijo,
una especie de versión oriental de La
Historia Interminable. Hay muchas similitudes: se trata, como en la obra de
Ende, de un homenaje a la fantasía y a la literatura como conductora de ella, y
también la trama comienza cuando el protagonista, un niño, se ve embarcado en
una aventura para salvar el mundo de los cuentos, a punto de desaparecer. El
punto novedoso radica en que Harún irá de la mano de su padre, Rashid, y que el
objetivo del niño no es tanto rescatar la fantasía como ayudar a su progenitor,
un contador de historias al que la imaginación y la capacidad de hablar parecen
haber abandonado para siempre.
Hay
en el cuento de Rushdie, pues, reivindicación de su trabajo, que en su caso
tantos problemas le ha acarreado. Pero termina pesando más la relación entre
padre e hijo y la ternura que adivinamos tras las palabras que el autor, aunque
también nos hable a nosotros, ha escrito pensando en él. Rashid repite en
varios puntos de la obra cómo siempre ha estado seguro de que Harún había
nacido para algo grande, y éste lo termina demostrando con creces a lo largo
del cuento. Por otro lado, Harún actúa para ayudar a su padre, y sólo cuando ya
esté metido de lleno en la aventura, terminará viendo que su hazaña trasciende
a Rashid.
Podemos leer este cuento como lo que es, una
aventura maravillosa para que un padre ayude a dormir a su niño, enseñándole de
paso que nunca le abandonará y que estará con él ayudándole a conseguir todas
las empresas de las que le ve capaz. Pero Rushdie esconde algunos otros
mensajes en el libro dedicados a ese lector adulto que se deja llevar a veces
por la fantasía. El autor destaca la importancia trascendental de la
imaginación y de las historias para la sociedad, que, defiende, necesita de
ellos para funcionar. También hay un homenaje a las raíces más antiguas de la
literatura y un llamamiento a no olvidar la tradición: casi todos los nombres
de los personajes de la obra están sacados del Indostánico y muchos de ellos
aluden a personajes de leyenda. Y en la sabiduría que esconde la inocencia de
Harún se esconden también denuncias del propio Rushdie que remiten a la censura
y la persecución sufridas por él y por muchos otros: “¿De qué sirve dar
libertad de expresión a una persona si luego le dices que no puede utilizarla?”
No es difícil imaginar que muchas de las escenas
de la obra, como esa lucha entre luz y oscuridad, están extraídas de viejos
cuentos conocidos por Rushdie y que el suyo, en realidad, es un gran mosaico de
antiguas historias, presentado ante su hijo, y ante nosotros, como un gran
escaparate que nos sirva para conocer los tesoros ocultos de la más remota
tradición literaria. Como el Océano de Historias que nos enseña en la obra,
donde los cuentos se mezclan sin cesar para formar otros, Rushdie termina
construyendo en el suyo uno nuevo, pero anclado en las raíces de los primeros
narradores, a modo de pequeño homenaje a quienes le enseñaron a él la magia de
su oficio.
Fuente:
ratasdebiblioteca
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