En la tertulia que hemos tenido ya en Dueñas a propósito del libro de marzo: "Vacas, cerdos, guerras y brujas", de Marvin Harris, hemos hablado con interés sobre las brujas, su existencia, y la inquisición. Isabel, cuentista como siempre, nos envía el cuento que escuchamos de su boca allí para que también lo pueda disfrutar la gente que sigue el blog .
SOY YO
Paquito era el
rey de la casa. Tenía un cuarto lleno de juguetes, una cama preciosa, su
armario, su papá y su mamá. Le llevaban de paseo, le bañaban le hacían mimos,
le contaban cuentos. Eso; era el rey de la casa.
Una mañana en vez
de despertarle su mamá le dijo su padre:
-Mamá no está y
yo voy a bañarte y darte el desayuno. No te enfades porque tu madre y yo te
estamos preparando un regalo.
-¿Una bici?
-Mejor.
Con la ilusión del regalo Paquito no protestó
aunque el agua quemaba y el jabón le entró por los ojos, cosa que nunca pasaba
con su madre. Al día siguiente igual. Y
al día siguiente igual.
-¿Y mamá?
-Hoy viene con el
regalo.
Y vino. Era un niño pequeñísimo que olía a
caca y que ni abrió los ojos para saludarle.
-Me había gustado
más la bici.
Y entonces se
acabó todo. El rey y la casa.
Su mamá siempre
estaba atareada con el hermano, su cuarto se llenó de cacharros para el nuevo,
nadie tenía tiempo para mimos ni para cuentos.
Menos mal que aquella mañana su madre le
dijo que saldrían de paseo. Fueron a la compra con el cochecito; el bebé, su
mamá y él.
Pero había mucha
gente y Paco se soltó de la mano de su madre que iba mirando al bebé porque
lloraba asustado.
De pronto se vio
solo. Con mucha gente alrededor pero solo. Miraba las manos de todos pero
ninguna era la de su mamá. No lloró porque era grande para llorar, sólo abrió muchísimo los ojos y esperó. Su
mamá vendría corriendo a por él. Pero no venía.
A lo mejor es que no le encontraba. O el bebé
seguía llorando, o le había llegado la hora de la teta.
O... O se había olvidado de él; si, de su
Paquito.. y ya no le quería.
Entonces sí
lloró, bajito, con hipos.
-¿Quién demonios
eres tú y qué haces aquí?
-Soy Paco. Y me he perdido, señora Bruja.
-Ah... ¿me
reconoces? ¿Y por qué sabes que soy una bruja?
-Porque la he
visto en los cuentos.
-¿Pero tú lees
cuentos, pispajo?
-Me los lee mi
papáaa– gimoteó...
-¿Y dónde está tu
papáaa-le imitó la bruja.
-No sé—dijo Paco
con resolución– pero no me importa porque mi mamá me ha dejado en la calle porque tienen un bebé pequeño y están todo el
día con él y a mi ya no me quieren.
-A lo mejor es que te has perdido y no te
encuentran. Si quieres busco tu casa y te llevo.
-No quiero ir a mi casa más nunca jamás. ¿Usted
podría llevarme a la suya?
-Imposible.
Yo soy una bruja que hace muchas magias pero no puedo hacer que un niño
viva en mi casa, porque está llena de bichos asquerosos, de telas de araña,
humo de filtros y venenos, pucheros hirvientes, manzanas emponzoñadas... Sería
un riesgo enorme, Paco; hijo. Pídeme otra cosa, pero llevarte a casa...
-¿Eres muy maga?
-Muchísmo.
-¿Y sabrías
convertirme en otra cosa?
-Naturalmente; esa es mi especialidad. ¿Qué quieres ser?
¿Una salamandra? ¿Un gigante? ¿Una garrapata?
-Yo querría que usted me convirtiera... en bebé, para que
mis padres me volvieran a querer como a mi hermano.
-Pero
eso es sencillísimo. A ver; túmbate en el suelo para que no te caigas. Mírame y
no pestañees. Y haciendo muchos aspavientos dijo con voz atronadora:
Sal
de tu sueño/hojas de beleño,
ya no eres grande/serás
pequeño
cuando yo lo mande/Alas
de Gorrión/hazte un llorón.
Y
Paquito quedó convertido en un bebito igual, igual que su hermano, la bruja le arropó
con su negra toquilla y le llevó a casa de sus padres que estaban llorando
desconsolados.
-Miren, que aquí les
traigo a su hijo.
-Ay, no señora. Qué pena. Este no es nuestro hijo, será que
le ha perdido otra familia,
-No, no,-dijo la bruja- es el Paquito de ustedes.
El padre también miró.
-Lo siento, buena mujer. Este niño no es el nuestro. Este es
muy feo y muy pequeñajo, para una cosa así ya tenemos a su hermanito; todo el
día con la teta, las cacas y los chupetes. Nuestro Paco es un niño mayor, todo
un hombre; ya comía solo, andaba conmigo en bicicleta, escuchaba cuentos y... No pudo seguir hablando porque se echó a llorar
-Así es, señora- siguió la madre- Paquito tiene muchos rizos
y no es pelón, ya no se hace pis, me
ayuda a pasear al pequeño y si viera lo bien que juega al fútbol...
-Chisst, chist- dijo Paco, muy bajito-
La bruja acercó el oído al niño y escuchó:
-Señora Bruja, hazme grande como era; mira como lloran mis papás,
mira cómo me quieren, y a mí más que a mi hermano... anda, corre, hazme grande.
-¿Estás seguro? Antes decías que querías ser pequeño...
-Ya no, Hazme grande, grande, grande, grande.
-Como quieras,
Paquito.
Y de nuevo dio vueltas como un molino y dijo con voz
atronadora: Pacooo…Pacandre…hazte ya
grande.
-Qué es esto?- dijeron los padres al ver cómo
Paquito aparecía ante ellos con sus más de tres añazos en el colo de la bruja.
-Nada,
señores. Tomen a su niño, que ya no
quiere ser bebé.
Y
desapareció contentísima.
Tan
contentos como abrazaban los papás a Paco.Aunque
mucho más contento estaba él a los hombros de su padre mientras bailaba con su
mamá. Porque ya estaba seguro de que le querían exactamente como era.
Colorín colorado.
Este
cuento es deseado.
Este cuento tan verdad
me lo contó el maravilloso contador Peperéz, con su gracejo sevillano y su
buen hacer. Gracias. Isabel Torres.
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