Raquel Lozano Calleja nació en 1971 en Palencia con P, con P de piel, de “Piel de retales”, seudónimo literario desde hace 7 años y nombre con el que firma el blog (http://pielderetales.blogspot.com.es/).
Como microrrelatista acumula más de quince premios nacionales e internacionales ; el año pasado realizó el guión y produjo el cortometraje frente a la violencia de género “Cosas que hacer” y en la actualidad imparte cursos de escritura creativa. Tiene diversas publicaciones colectivas pero en solitario ha publicado su primer libro de microrrelatos que hoy presentamos en Generación Fénix «Pecados poco originales»
-¿Qué se encuentra el lector en ‘Pecados poco originales’?
– Es una selección de microrrelatos en donde priman los juegos de palabras, los dobles sentidos, el amor, la ironía, el humor, y textos menos amables y más desgarradores donde trato de ahondar en la cualidad humana.
-¿Qué tiene el microrrelato que no tienen otros géneros narrativos?
–El microrrelato busca la precisión en el lenguaje, la concisión y la sugerencia. Consiste en contar una historia situando al lector directamente en el clímax, para tratar posteriormente y con un giro inesperado de desbaratar la lógica de los sucesos. Si bien es cierto que puede leerse de forma rápida, entender todas las lecturas que un mismo microrrelato puede tener no es tan sencillo. La magia del microrrelato es la relectura, descubrir al volverlo a leer detalles que en una primera lectura se nos han pasado por alto.
-¿En los microrrelatos que hay de autobiografía, qué de observación de la realidad y qué de ficción pura?
–Yo escribo, o trato de escribir ficción, pero es evidente que no puedo relatar lo que desconozco, ni eludir mi propia experiencia vital. Los que me conocen ven mucho de mí en mis textos. A pesar de disfrazar personajes, de introducirme en vidas que no son las mías, supongo que al final el acto de escribir te desnuda un poco aunque trate de esconderme.
-¿Las redes sociales favorecen el género del microrrelato?
-Sin duda. Vivimos en una sociedad donde triunfa la inmediatez, la velocidad y la escasez de tiempo entre otras cosas para leer. Las redes sociales son un fiel reflejo de cómo somos y los escritores hemos encontrado en ellas, a través del microrrelato, un espacio estupendo para compartir nuestras creaciones. Sólo hay que pasearse un poco por twitter y descubrir cómo con tan pocos caracteres se destila ingenio e imaginación. Para mí las redes sociales han supuesto un antes y un después en mi estilo y en mi forma de escribir.
-En el libro también hay algún poema. ¿Poeta, cuentista, relatista o todas esas cosas a la vez?
Siempre me ha gustado más el término de cuentista, pero desde hace unos años mantengo una relación muy apasionada con el microrrelato, que es un género del que me confieso plenamente enamorada. Tenemos un noviazgo muy sano, aunque a veces me confieso adicta y un tanto dependiente, pero me siento muy cómoda con él y me proporciona muchísimas alegrías. Con la poesía mantengo un flirteo poco fiel. No es un género que cultive de forma habitual pero de vez en cuando me apetece tontear con ella. Generalmente escribo poesía a tenor de mis estados de ánimo, la utilizo a modo de catarsis.
-¿Cómo surgen tus textos, en dónde o en qué encuentras la inspiración?
-Para mí escribir constituye una diversión, así que no soy de forzar historias, si han de llegar, simplemente fluyen sin más. A veces se presentan a través de una imagen, de una mirada, de una experiencia vivida, onírica o aprehendida. Las musas aparecen donde les apetece y de forma desordenada. El día que mis textos sean premeditados y disciplinados, dejaré de escribir.
-¿Qué es el pecado para Raquel Lozano?
Es un acto de rebeldía, una transgresión premeditada en donde deleitarme con el morbo que produce lo prohibido. Es posible que si desde niña hubiera desconocido la existencia del pecado, habría sido más feliz, pero seguramente más aburrida también. Violar cualquier precepto, cuando lo consideras absurdo, es un verdadero placer.
-¿Algún pecado, que desees cometer sin morir en el intento?
-Todos los que me produzcan placer entendiendo éste de la manera más amplia de la palabra y nunca y bajo ningún precepto aquellos en los que pueda hacer daño a nadie. Tenemos un concepto muy equivocado sobre el pecado. En cualquier caso no te lo voy a revelar. Los mejores son los inconfesables.
fuente: generación fénix
«Me gusta guiar al lector por un sendero sin desvelarle la ruta»
Raquel Lozano Calleja presenta este viernes el libro de microrrelatos ‘Pecados poco originales’
‘Pecados poco originales’ es el título del libro que este viernes presenta Raquel Lozano Calleja, un palentina que mantiene con el microrrelato una relación de vicio confesable. La presentación tendrá lugar a las 19:00 horas en la Biblioteca Pública (calle Eduardo Dato, número 4).
–¿Qué le motivó para dedicarse a la literatura?
–Mi relación con la escritura viene desde muy atrás, desde que era una niña, pero hasta bien pasados los treinta no decidí hacerlo público. No se trata de motivación, escribir es casi una necesidad vital para mí. Lo hago porque me hace sentir bien, me divierte sin más disciplina, sin orden, conforme me dicta el impulso y concretamente con el género del microrrelato nuestra relación ha llegado a ser un vicio. Confesable, pero vicio.
–¿De una historia, qué es prioritario plasmar en un microrrelato?
–Puede parecer curioso, pero a mí lo que me resulta prioritario en un microrrelato es lo que no se cuenta. Me gusta darle todas las pistas al lector, llevarle de la mano por un sendero pero sin desvelarle la ruta. Que sea él mismo quien descubra el destino final y pueda entonces entender el juego del que ha sido partícipe. Es un trabajo minucioso en el que cada palabra es importante e incluso en muchos de ellos utilizo también el título para completar y dar mayor comprensión al texto. Me gusta crear sorpresa en el lector, jugar a que no imagine nunca a dónde quiero llevarle.
–¿Cómo surgen tus historias?
–No soy de forzar historias, si han de llegar, simplemente fluyen sin más. A veces se presentan a través de una imagen, de una mirada, de una experiencia vivida, onírica o aprehendida. Las musas aparecen donde les apetece, pero siempre visten de largo y de noche. Me gusta escribir en lugares tranquilos y en silencio y para eso, en mi caso, habitualmente necesito la complicidad de la noche.
–¿Qué tiene el microrrelato que no tienen otros géneros?
–El microrrelato busca la precisión en el lenguaje, la concisión y la sugerencia. Consiste en contar una historia situando al lector directamente en el clímax, para tratar posteriormente y con un giro inesperado de desbaratar la lógica de los sucesos. Si bien es cierto que puede leerse de forma rápida, entender todas las lecturas que un mismo microrrelato puede tener no es tan sencillo. La magia del microrrelato es la relectura, descubrir al volverlo a leer detalles que en una primera lectura se nos han pasado por alto.
–¿Qué se encuentra el lector en ‘Pecados poco originales’?
–Es una selección de microrrelatos en donde priman los juegos de palabras, los dobles sentidos, el humor, la ironía y textos menos amables y más desgarradores donde trato de ahondar en la cualidad humana.
–¿Por qué pecados poco originales?
–Cuando decidí hacer una selección de microrrelatos para compilarlos en un libro, ya tenía un título pensado, que nada tenía que ver con este, pero al revisarlos, me di cuenta de que en su mayoría tenían un elemento en común que era que todos ellos, de algún modo llevaban intrínseco un pecado, entendiendo la palabra como el acto de realizar algo prohibido o de transgredir las normas. El título es otro juego de palabras más que me pareció oportuno. En el acto de pecar, todo está inventado, no hay nada original.
–Hay también poemas, ‘Versículos diversos’. ¿También cultiva usted la poesía?
–Con la poesía mantengo un flirteo poco fiel. No es un género que cultive de forma habitual pero de vez en cuando me apetece tontear con ella. Generalmente escribo poesía a tenor de mis estados de ánimo, la utilizo a modo de catarsis.
–¿Las redes sociales favorecen el género del microrrelato?
–Sin duda. Vivimos en una sociedad donde triunfa la inmediatez, la velocidad y la escasez de tiempo entre otras cosas para leer. Las redes sociales son un fiel reflejo de cómo somos y los escritores hemos encontrado en ellas, a través del microrrelato, un espacio estupendo para compartir nuestras creaciones. Solo hay que pasearse un poco por twitter y descubrir cómo con tan solo en 140 caracteres se destila ingenio e imaginación. Para mí las redes sociales han supuesto un antes y un después, he contactado con escritores no solo de España, sino de otros lugares del mundo y compartimos proyectos. De vez en cuando hacemos ‘microquedadas’ para conocernos y poner en común experiencias.
–¿En los microrrelatos que hay de autobiografía, qué de observación de la realidad y qué de ficción pura?
–Yo escribo, o trato de escribir ficción, pero es evidente que no puedo relatar lo que desconozco, ni eludir mi propia experiencia vital. Los que me conocen ven mucho de mí en mis textos. A pesar de disfrazar personajes, de introducirme en vidas que no son las mías, supongo que al final el acto de escribir te desnuda un poco.
–¿Se ha planteado un relato largo, una novela?
–El relato largo es un género en el que también me siento cómoda, me permite explayarme más en la historia deleitándome en las descripciones de los lugares y en el mundo interior de los personajes, nada tiene que ver con la microficción pero me gusta. Lo que he intentado sin éxito y de hecho tengo algún que otro proyecto, es la novela. Me falta tiempo y paciencia para ello. De momento para la literatura soy hiperactiva y me acaba aburriendo convivir demasiado tiempo con los mismos personajes.
–¿El microrrelato ‘Cosas que hacer’ ha pasado a ser un cortometraje. ¿Cómo ha sido este paso?
–Resultó sencillo porque quise que en todo momento el cortometraje no perdiera la esencia del microrrelato, que fuera lo más fiel al texto posible pero aprovechando la narrativa audiovisual. En vez de guionizar la parte central del cortometraje, donde se desarrolla la historia, pensé que utilizando el recurso de la voz en off, la historia no sólo no perdería fuerza, sino que le daría muchísima más intensidad. Lo más difícil fue encontrar una voz de mujer que encajara en el texto. Cuando escribes, además de visualizar a tus personajes, les pones voz y fue una tarea ardua encontrar la adecuada. Finalmente, y como un regalo inesperado, la actriz de doblaje habitual de Julia Roberts o de Michelle Pfeiffer entre otras, Mercedes Montalá, se prestó a ponerle voz y el resultado fue sublime.
–¿Cómo fue su experiencia como productora del corto?
–Se me agolpan los adjetivos, pero lo voy a dejar solo en inolvidable. Era un reto nuevo al que me enfrenté con toda la ilusión y en el que me rodeé de un equipo muy joven pero altamente preparado. El cortometraje ha estado presente ya en varios festivales importantes en España y Argentina, y estuvimos seleccionados en dos categorías para los premios CYLnema, que convoca la Televisión de Castilla y León y ahora ha llegado lo que para mí es un sueño, que es estar presentes en el Festival de cortos de Aguilar de Campoo, donde el día 6 de diciembre se proyectará en la sección Quercus.
–¿Qué mensajes quiere transmitir en el corto?
–El cortometraje habla de violencia machista pero desde otra perspectiva. He querido profundizar y colarme en la epidermis de una mujer que es consciente de que algún día su nombre será otro más en la lista de víctimas que aparecen en los telediarios y cómo, en esa alienación que provoca el miedo, lejos de denunciar o buscar una solución, lo único de lo que es capaz es de intentar que la vida de su hijo no se vea afectada por su ausencia.
fuente: el Norte